Con guión de William S. Burroughs producción de Francis Ford Coppola, este cortometraje animado garantiza al espectador una experiencia muy opiácea.
William Burroughs, «The Junky´s Christmas». «Where there is dope, there is hope», escribió Philip K. Dick en su novela A Scanner Darkly, una frase que seguramente aprobaría William S. Burroughs, el legendario junkie.
Esta misma idea, podemos conjeturar, inspiró en una mezcla moral el cuento de Burroughs «The Junky’s Christmas», que luego fue filmado en una animación con plastilina, narrada por el mismo Burroughs y producida por Francis Ford Coppola.
Sobra decir que este corto no es precisamente para toda la familia –especialmente si tu familia cree en el espíritu tradicional de la Navidad.
William Burroughs, «The Junky´s Christmas». Se trata de la historia de Danny «el limpiavidrios», quien acaba de salir de la cárcel y lleva 72 horas sin consumir heroína.
Su adicción lo hacer ver el mundo por un particular filtro en el que contrasta sobremanera todo lo que hemos asociado con la Navidad.
Con estoico angst, Danny busca conectar heroína, pero el mundo no parece conspirar a su favor. Con melancólica resignación, Danny agota sus contactos –fluye la bilis negra por las calles blancas de nieve que sueñan ser blancas de «caballo». ¿El espíritu de las fiestas también acoge en su providencia a un junkie enfermo?
Al final Danny tiene un sueño blanco, inmaculado, que lo redime como si la Virgen lo hubiera acariciado con sus manos luminosas llenas de polvo.
Un poco más sobre William Burroughs:
El sabio pervertido Burroghs con inesperados consejos de inspiración zen para afrontar la condición humana
En los intersticios de sus delirantes narrativas –cortadas por la poesía de los opiáceos– William Burroughs inserta perlas de filosofía. Podrían pasar desapercibidas, pero el lector atento reconocerá esa veta más o menos constante en Burroughs que lo hace un viejo lobo de mar o un recocido tío sabio y bizarro