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Despertar al poder que habita en ti

‘El poder de la mujer despierta’, el libro de Julieta París, es una llamada a vivir con fidelidad hacia uno mismo

Despertar al poder que habita en ti. Hay vidas que se viven con los ojos entrecerrados, como si el alma caminara a tientas por senderos impuestos, sin preguntarse si ese rumbo es suyo o prestado. Julieta París, con la mirada atenta de quien ha explorado tanto la mente como el corazón humano, extiende una invitación clara y urgente: despertar.

Despertar no es sólo abrir los ojos. Es detenerse, respirar profundo y mirar hacia dentro. Es descubrir, entre los escombros del dolor o la rutina, la semilla intacta del poder propio. Muchas mujeres dice París viven anestesiadas por la prisa, las exigencias, los mandatos. Pero la vida, en su infinita sabiduría, sacude. Lo hace con una enfermedad, una ruptura, un nacimiento. Momentos duros que no vienen a destruir, sino a revelar.

Una mujer despierta no es aquella que lo tiene todo resuelto, sino la que elige no dormirse en su propia historia.

Se hace responsable de sus heridas y sus elecciones. No se encierra en la jaula de la víctima, ni finge que el dolor no existe. Al contrario: lo mira, lo habita y lo transforma. Ser despierta es atreverse a vivir con atención, con autenticidad. Es dejar de vivir en automático para empezar a vivir con sentido.

París encuentra en el antiguo Juego de la Oca una metáfora luminosa para comprender este proceso. En ese tablero de la vida hay pozos, retrocesos, trampas. También hay avances que llegan sin esperarlo. Porque la vida no es una línea recta ni un plan perfecto: es una danza con el azar, una espiral que a veces nos lleva de vuelta a donde creímos haber terminado. Pero cada vuelta trae una mirada nueva.

La maternidad, en este juego, aparece como un rito profundo, no impuesto, sino elegido. Es una transformación radical que no se parece nunca a la de otra mujer, ni siquiera a la que una misma vivió antes. Puede ser luz o sombra, cuna o abismo. No hay madres perfectas, y reconocerlo es ya una forma de despertar. Muchas veces se repiten sin querer patrones heredados, sin entender que también se puede y se debe parar, preguntar, sanar.

Despertar es, en el fondo, un acto de amor: hacia una misma, hacia las que vinieron antes, y hacia las que vendrán.

No hay recetas ni atajos, sólo una brújula interior que empieza a funcionar cuando decidimos, con coraje, abrir los ojos del alma.


Despertar al poder que habita en ti

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