El prototipo de esta obra fue el bolso de mi abuela, tipo crochet, un atributo esencial de su vida, símbolo de la esperanza
Julia Bas: el bolso de mi abuela. Al principio, su frugalidad y su incansable búsqueda de comida me avergonzaban. Sin embargo, ahora me doy cuenta de que estas eran manifestaciones del profundo amor de mi abuela, expresado de una manera accesible para ella.
En mi lengua materna, este tipo de bolso de crochet se llama «avoska», palabra derivada de «avos», que significa «tal vez», y simboliza la esperanza, aunque algo irresponsable, de que los acontecimientos afortunados moldeen y transformen la identidad.
Existencialmente, los roles se asumen como recipientes de experiencias, revelando el vacío esencial inherente a la construcción de la subjetividad.

En esencia, esta pieza explora el concepto del amor como labor, el proceso de desarrollo y la capacidad de empatía, ya sea hacia los demás, la naturaleza o uno mismo. El vacío surge como condición necesaria para cultivar la compasión y aceptar el cambio para el bien de alguien o algo.
La práctica artística de Yulia Bas se centra en el concepto de fragmentación total, que constituye tanto su estilo característico como un principio fundamental de su obra. Explora cómo, en un mundo saturado de información, las personas deben adaptarse y reformular constantemente sus identidades.
En el entorno informativo actual, nuestra sensación del yo se vuelve más fragmentada, influida tanto por la realidad física como por múltiples identidades virtuales. El arte de Yulia representa a los individuos como mosaicos de tradiciones, memorias ancestrales, avatares y narrativas. Cada acción, deseo y perspectiva forma solo una parte de un cuadro más amplio, nunca del todo completo. Esto genera un temor a la autoexpresión, ya que esta amenaza con desestabilizar el equilibrio y precipitar hacia un futuro distópico.
Yulia Bas se pregunta si es posible crear una nueva imagen de la humanidad sobre esta base inestable. Al mismo tiempo, en este mundo posmoderno caótico, la artista busca nuevos comienzos. Sus pinceladas exploran los aspectos sensoriales de la experiencia humana, creando imágenes donde cualquier conexión y combinación es posible. Sus figuras humanas se ensamblan continuamente. Su apariencia rígida oculta el potencial de movimiento y cambio. La fragmentación y la descomposición se convierten en fuentes de nuevo entendimiento y unidad. Sin embargo, la reconstrucción total nunca ocurre, ya que la transición constante entre estados revela la verdad viva.
Originaria de Moscú, luego se trasladó a Italia y actualmente reside en Barcelona.
Desde temprana edad se dedicó a los estudios de bellas artes, más adelante obtuvo su diploma en arquitectura y pasó una década trabajando en el diseño de yates antes de reavivar su pasión por el arte hace siete años.
Su trasfondo multicultural y su historia como inmigrante influyen profundamente en su obra, reflejando su percepción de una identidad fragmentada y la búsqueda de una plenitud subjetiva. La definición de los límites personales y la búsqueda de la autopercepción se convierten en temas clave de su investigación artística. A través de pinturas, esculturas, instalaciones y performances, el arte de Yulia explora la multiplicidad del yo, los estados de transición y el cuerpo como herramienta de memoria somática.
Julia Bas: el bolso de mi abuela. Por Susana Dôme Colmena