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La armonía monumental de Saype en el corazón alpino

En la cima del Grand Chamossaire, donde los Alpes suizos se funden con el cielo y el silencio es cómplice del asombro, emerge Towards Balance, la más reciente y majestuosa intervención de Land art del artista franco-suizo Saype.

La armonía monumental de Saype en el corazón alpino. Con una extensión de 2.500 metros cuadrados y realizada con una pintura 100% biodegradable, esta obra no es solo una proeza técnica y estética, sino una meditación profunda sobre el equilibrio entre humanidad y naturaleza. Saype, fiel a su visión comprometida y poética, ha transformado nuevamente el paisaje en lienzo, y el arte en puente.

La pieza se despliega en la estación de esquí de Villars-sur-Ollon, sobre un manto vegetal que parece prestarse generosamente a la contemplación. Las pinturas, elaboradas a partir de carbón vegetal, tiza, agua y proteínas lácteas, no solo respetan la vida del entorno sino que simbolizan una reconciliación entre el gesto artístico y la ecología. Cada trazo respira una ética radical: la de un arte que no deja huella contaminante, que no arrasa ni impone, sino que se disuelve en la tierra como una plegaria silente.

La armonía monumental de Saype en el corazón alpino. Saype, autodidacta y visionario, es ampliamente reconocido por sus frescos efímeros sobre césped.

Su evolución artística, desde las calles del grafiti hasta las alturas del Land art, es testimonio de una transformación que no solo es formal sino también filosófica. Mientras el Street art urbano se enfrenta al desgaste de la sobresaturación visual y la indiferencia social, Saype ha decidido desmarcarse: su obra ya no compite por atención entre el caos del cemento, sino que se ofrece como un instante de pausa en el paisaje, como una epifanía natural accesible desde el cielo.

La génesis de Towards Balance no es azarosa. En un mundo tensionado entre crisis ambientales, polarización ideológica y saturación tecnológica, la búsqueda del equilibrio se torna no solo urgente, sino profundamente poética. La obra propone, desde su título, una dirección, una aspiración más que una respuesta. El equilibrio no está dado; es una meta. La figura humana que suele caracterizar sus obras –frecuentemente vista desde una perspectiva aérea– invita al espectador a reconsiderar su escala, su posición y su impacto en el mundo. ¿No es acaso eso el arte en su expresión más noble? Una forma de volver a mirar lo evidente y descubrirlo como si fuera la primera vez.

Saype se inspira tanto en lecturas filosóficas como en las nuevas tecnologías. Su uso estratégico del dron como herramienta de planificación y observación no es anecdótico: permite una nueva mirada, una cartografía emocional del terreno, que transforma la superficie terrestre en narrativa visual. Así, el Land art que practica no es mera decoración paisajística ni espectáculo aéreo. Es una forma de escritura efímera que, a la vez que se desvanece, deja una huella indeleble en la memoria colectiva.

Ser nombrado por Forbes como una de las personalidades menores de treinta años más influyentes en el arte y la cultura no ha desviado a Saype de su brújula ética.

Su obra sigue siendo un acto de humildad y diálogo. En lugar de monumentalidad arrogante, encontramos en Towards Balance una sutileza poderosa: la imagen que se funde con el terreno, el mensaje que se enraíza en lo local pero habla al mundo. La elección del Grand Chamossaire no es fortuita. En ese escenario elevado y majestuoso, el arte se convierte en ritual de contemplación, en eco visual que nos recuerda que la naturaleza no es un decorado, sino protagonista.

Esta obra no es solo un homenaje al Land art, sino también una redefinición contemporánea del mismo. Saype ha sabido insuflar a este movimiento una nueva vitalidad, incorporando una conciencia ecológica radical, una mirada humanista y una técnica innovadora. En un tiempo donde el arte muchas veces se encierra en galerías y mercados elitistas, él opta por lo abierto, lo público, lo perecedero. Y en esa elección, reside su fuerza.

Towards Balance no nos ofrece certezas, sino una invitación a cuestionarnos, a reequilibrarnos. En su evanescencia está su mensaje: la belleza puede ser poderosa sin ser permanente, y el arte puede ser revolucionario sin ser destructivo.


La armonía monumental de Saype en el corazón alpino. Por Mónica Cascanueces.

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