Un universo de personajes singulares con gran fuerza expresiva, donde el pigmento con otros diversos materiales forman la plasticidad de la superficie de estas obras con aire barroco
Pedro Lezcano Jaén «Objetos de tiempo». Lezcano nos adentra en lo que parece un viaje en el tiempo. Un viaje a través de su tiempo, de su creación autodidacta, de sus mundos paralelos reales y no tan reales… ¿Estará Pedro Lezcano Jaén alineado con nuestro espacio y nuestro tiempo?

Nos sumergimos en las obras y navegamos a través de mundos multicolor, animados y muy vivos, fogosos de energía. Nos adentramos en lugares que solo creadores como él pueden sacar a la superficie y mostrar ante nuestros ojos las realidades paralelas que tanto nos cuesta colocar ante nosotros mismos.
Pues, sentimos temor y horror a enfrentarnos a nuestros peores miedos y mejores pesadillas. Mirarse al espejo directamente no es tarea sencilla.
El tiempo digital, virtual o real, la figura humana con todas sus consecuencias vivenciales, los paisajes que nos indican que pueden volverse nuestra realidad o quizá llegar a ser tangibles, palpables.
«Soy eso que equivocadamente se denomina autodidacta: la pasión por lo que hago, que bebe directamente de lo que respiro y de lo que sudo. De mis continuos errores y de mis raros hallazgos. Aprendo de lo que vivo, de lo que percibo, observo, leo, de lo que admiro y de lo que aborrezco. Soy autodidacta porque resuelvo ser aprendiz hasta el final, sin títulos ni cátedra.»
Pedro Lezcano Jaén «Objetos de tiempo» Unas obras explosivas, expresivas e inquisidoras.
En el preámbulo de su intervención Sobre la (in)explicable emoción de la pintura, el filósofo y crítico de arte Fernando Castro Flórez ya advertió de que, tal como expuso el historiador y pensador Ángel González, «las buenas ideas estropean a veces la mejor de las pinturas». «No se trata de explicar o describir el sentido de los cuadros, sino de incitar a pensar en torno a ellos», apuntó este gran comunicador de la teoría y estética de las artes, antes de abrirse camino en la floresta pictórica de Pedro Lezcano Jaén.
Tan solo con observar la obra de Lezcano Jaén el espectador llega a sentirse observado, cree que es el protagonista de lo que el artista pretende hacernos llegar. O tal vez no; quizá lo que busca es deconstruir el sujeto para volver a construirlo renacido, nuevo, descargado y sin ataduras.
Algo queda claro. Pedro Lezcano Jaén no cuenta con lastre, ha alcanzado un grado de vida tal, que la combinación materia-herramienta-pensamiento es una fórmula perfecta para el nuevo mundo que se nos abre gracias a su esencia y a su semiótica.
Como bien se adelantó, la zombificación no se basa aquí en revivir literalmente las obras de arte —occidental— que la historia nos ha legado, concediéndoles un punto de actualidad, de aproximación al contexto coetáneo, que no poseen en su forma original. En el caso de Lezcano, recobra, selectivamente, la vida de algunos fragmentos artísticos del ayer, por ejemplo, el barroco. Y les da un sentido propio, que incluso, puede tener algo en común con el auténtico.
Si bien es cierto que está más influenciado por movimientos y artistas del siglo XX pertenecientes a la figuración, la reminiscencia del barroco está sutilmente presente. Es posible afirmar que su arte bebe de fuentes diversas y que, además, los artistas y las artistas de la figuración en la pasada centuria igualmente se nutrieron del barroco —por ser figurativo— con o sin intención alguna. De forma directa o indirecta. El pintor más notoriamente estimulado por el movimiento artístico citado fue —de aquellos que prefiere Lezcano— Francis Bacon y su obsesión por Diego Velázquez.
Al fin y al cabo, los movimientos de la historia del arte, con el devenir de los siglos, se han quedado sin vigencia. Cuando se conservan físicamente en forma de obras, se transforman en cultura material y se preservan normalmente en museos. Empero, carecen de función respecto a la tenente en el pasado: ahora están para exhibirse, para descubrirlos y, en el mejor de los casos, descubrirnos.
“El día que no me sienta aprendiz de pintor, estaré muerto, acabado. Sorprenderme cada día es mi gasolina y la razón de que el tiempo me sea denso, se deslice y deje de volar.»
Así se define Pedro Lezcano Jaén (1970, España). Nace en Las Palmas de Gran Canaria, y su infancia discurre muy ligada al mar y al ajedrez. Confiesa que, tanto el interés por el arte como por el ajedrez, lo heredó de su padre, Don Pedro Lezcano, el que fuera presidente del Cabildo de Gran Canaria, y también poeta, con el que compartió la pasión por la vida, por estar siempre activo haciendo cosas. Desde temprana edad ya coqueteaba con el dibujo, creaba historias inspiradas en los cómics que devoraba incansablemente.
Pedro Lezcano Jaén «Objetos de tiempo» Por Damián José Ortega Gutiérrez