Max Dupain empezó capturando escenas cotidianas, mostrando con maestría esos pequeños momentos de placer y la vida tranquila de la sociedad australiana.
El gran fotógrafo modernista del siglo XX Max Dupain. Desde el principio, se destacó por su habilidad para reflejar la esencia del modernismo en la fotografía del país. Su enfoque rompió con el estilo nostálgico y sentimental que predominaba, apostando por imágenes con contrastes de luz, ángulos diferentes y composiciones súper creativas.
Su historia con la fotografía comenzó en 1924, cuando le regalaron su primera cámara. De inmediato quedó enganchado. Siendo apenas un niño, ya estaba mostrando sus fotos de paisajes en la primaria. Luego se formó en el East Sydney Technical College y en la Julian Ashton Art School entre 1933 y 1935.
Más adelante, se unió a la Photographic Society of NSW, donde aprendió de Justin Newlan. Después de terminar sus estudios, trabajó con Cecil Bostock en Sídney. Su estilo documental dejó retratos de una Australia muy distinta, capturando la esencia de su época con un manejo espectacular de la luz y la forma.
En 1934, Dupain decidió independizarse y abrió su propio estudio en Bond Street, Sídney. Tres años después, mientras pasaba tiempo en Culburra Beach, tomó una foto de su amigo Harold Salvage tumbado en la arena. Esa imagen, Sunbaker, se convirtió décadas después en su obra más icónica. En 1976, la Galería Nacional de Australia la compró y hoy es un símbolo nacional.
Durante los años 50, Dupain tuvo que trabajar en proyectos publicitarios y de moda, aunque seguía encontrando tiempo para explorar su gran pasión: la fotografía arquitectónica. Este amor por la arquitectura lo llevó a dedicarse casi por completo a este tipo de fotografía durante 30 años.
Cuando falleció en 1992, dejó un legado impresionante, lleno de imágenes que muestran la belleza de un mundo pasado, pero siempre con un estilo que sigue inspirando.