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Quarantine: «Convertir un retiro de arte en un experimento social»

La tercera edición de Quarantine titulada Interzone -el espacio entre espacios, la zona liminal donde todo es posible si así lo crees-, ha demostrado la necesidad de crear comunidad entre artistas.

Quarantine: «Convertir un retiro de arte en un experimento social». Pero, primero, los datos. Quarantine Interzone ha tenido lugar este pasado mes de octubre, del 14 al 20, en la isla de Lazareto, en el puerto de Mahón. Y es que si ya resulta exótico viajar a Menorca en temporada baja -por la falta de conexiones aéreas, principalmente-, adentrarse en una isla dentro de una isla, es doble muralla de desconexión.

Sin embargo, 75 personas de todo el mundo, se han sumado al experimento artístico de este año. Hay que añadir a la ecuación a los ocho mentores que, como guías sherpa, han encabezado el evento.

A saber: Phil Hale, Gary Baseman, Yuko Shimizu, Edward Povey, Eloy Morales y los galeristas Ken Harman Hashimoto y Jennifer Rizzo. Como invitado sorpresa, Interzone ha contado con la participación del escultor belga Caspar Berger.

El cómo ha tenido mucho que ver en el resultado final en el que se ha vislumbrado la necesidad de crear comunidad entre artistas que pasan la mayor parte de su tiempo encerrados -y solos- en sus estudios. Las reglas de Quarantine empujan a esa creación de comunidad. Especialmente la de que está completamente prohibido llevar el teléfono móvil encima. La desconexión para la conexión, en este caso, es de forma literal, puesto que son muchos los participantes que aseguran que, a falta de pantalla en la que navegar, se ven empujados a hablar con otros seres humanos.

Archivo Quarantine Events.

Quarantine: «Convertir un retiro de arte en un experimento social». Volver a mirarnos a los ojos

Si bien el artista es, por naturaleza, más social con su propia obra que con sus iguales, en Quarantine se logra romper esa barrera incluso con los más tímidos. Con una estructura emocional, la semana navega desde la más absoluta perplejidad creada por el ambiente y el lugar -un islote de cuarentena del siglo
XVIII-, hasta la fraternidad más elemental. El “enemigo común” permite a los participantes experimentar un viaje del héroe en el que la batalla contra sus propios egos la realizan juntos.

El final del camino se vislumbra como una victoria en la que han encontrado el tesoro que no sabían que estaban buscando; pero que, una vez descubierto, resulta primordial en su camino artístico. Para muchos de ellos, ese tesoro es la comunidad que han creado en la isla. Para la gran mayoría, eso implica un cambio de punto de vista sobre su obra, sobre ellos mismos, y sobre cómo vivir su creatividad. De ahí la importancia de poder quitar al máximo las distracciones que no rezumen a humanidad y arte.

Son muchas las personas que, sin ningún tipo de complejo, han utilizado la palabra “secta” para atacar la organización de un evento repleto de misterio (el programa es secreto), en el que se entra por selección y del que se pide que no se documente nada (al menos, a través de un teléfono).

Sin embargo, las reflexiones posteriores de mentores como Phil Hale y Edward Povey dan qué pensar sobre la necesidad de este tipo de “sectas”, en las que, en lugar de retener y cohartar la libertad de los participantes, se les anima a pensar y actuar por ellos mismos.

Así, Hale escribe, tras su paso por Interzone:

“Esos diez días… me dejaron completamente alucinado. Todavía estoy tratando de recomponerme. La atmósfera abierta y curiosa, las conexiones, el crecimiento personal y, ahora, la posibilidad de poner en práctica todo lo aprendido. Ha sido una experiencia
profundamente enriquecedora y hermosa.”

Por su parte, Povey comenta “No puedo explicarle a nadie cómo funciona el concepto de INTERZONE, porque es algo que se vive. La única forma de entender lo exitoso que es, es inscribirse, asistir y entregarse por completo a la experiencia. Y funciona. Yo estuve allí. Lo vi con mis propios ojos.”

Cabe reflexionar, tras estos testimonios, si una “secta” artística como Quarantine es simplemente el reflejo de crear comunidad en una sociedad en la que se nos ha olvidado cómo era hablarnos mirándonos a los ojos.


Quarantine: «Convertir un retiro de arte en un experimento social». Por Quarantine Events.

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