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¿Conoces el efecto de las frecuencias sonoras en nuestro organismo?

Tal vez ya has escuchado algo de música especialmente diseñada para vibrar a una frecuencia específica, induciendo a estados de ánimo y consciencia determinados.

¿Conoces el efecto de las frecuencias sonoras en nuestro organismo? Seguramente ya has oído hablar del efecto que tiene la música en las células de nuestro cuerpo, a través de vídeos virales que muestran las formas en que se organizan las moléculas de agua al estar expuestas a distintos estilos de música. Lo que tal vez no sabías es la relación que esto tiene con las frecuencias de sonido, cuyo efecto en nuestro organismo ha sido estudiado desde hace décadas con resultados sumamente interesantes.

SONIC WATER CYMATICS LABORATORY STUDIES OF VISIBLE SOUND AND VIBRATIONS.  An interactive installation by Sven Meyer (Elfenmaschine & kymat.de) Kim Pörksen (PIECE OF CAKE).

¿Qué son las frecuencias? De forma general, podemos definir las frecuencias como la medida del número de repeticiones de un fenómeno por unidad de tiempo. En el caso del sonido, se trata de patrones ondulatorios en los que la frecuencia indica el número de ciclos de la onda repetitiva por segundo. Las frecuencias suelen medirse en Hertz (Hz) en honor al físico Heinrich Rudolf Hertz, quien descubrió el efecto fotoeléctrico, la propagación de las ondas electromagnéticas y las formas para producirlas y detectarlas. 

Como podrás saber, toda la materia vibra, ya que los átomos que conforman las distintas moléculas de todo lo que podemos percibir están vibrando constantemente unos contra otros, generando su propia frecuencia vibracional. Y es aquí donde la ciencia y la música encuentran, una vez más, un espacio de exploración conjunto.

En el año 1988, el bioquímico Dr. Glen Rein, descubrió algo que resonó con las tradiciones antiguas al probar el impacto de diferentes estilos musicales sobre el ADN humano. 

Al exponer ampollas con ADN humano idéntico a cuatro tipos de música de diferente frecuencia (cantos gregorianos, cantos sánscritos, música clásica y rock), Rein descubrió que la tasa de absorción de luz ultravioleta – función escencial del ADN saludable – aumentaba entre un 5% y un 9% en las muestras expuestas a los cantos gregorianos y sánscritos. Esto indica que la exposición a estos estilos de música pueden tener un efecto sanador en el organismo humano. 

Un par de décadas antes, el físico Winifried Otto Schumann, documentó de forma matemática lo que él llamó el latido de la tierra, y que desde entonces se conoce como la resonancia Schumann. Se trata de las resonancias electromagnéticas que existen en la superficie de la tierra y la ionósfera, que está eléctricamente cargada a partir de las descargas de rayos que tienen una resonancia grave, de entre 7,86 y 8 Hz. 

Posteriormente, Herbert Konig llevó el estudio un pasó más allá al estudiar la conexión entre las resonancias Schumann y el cerebro humano, descubriendo que el latido de la tierra coincide con distintos niveles de actividad cerebral humana. Konig notó que las resonancias coincidían con cinco estados diferentes de dichas ondas: delta, theta, alfa, beta y gamma, estados que se producen de forma espontánea durante nuestro día a día, desde el sueño a estados de creación o aprendizaje. 

Ya vamos viendo que la relación entre las frecuencias en las que vibra nuestro cerebro se correlaciona con la frecuencia vibracional de la tierra, pero ¿qué de esto tiene relación con la música? Para entrar más de lleno en esto, hablemos de las frecuencias Solfeggio. 

Las frecuencias de Solfeggio tienen su origen en el siglo XI, con el teórico de la música Guido d’Arezzo, quien desarrolló una escala musical ascendente que más tarde fue estudiada y nombrada por Joseph Puleo, en la década de los 70’s. Los estudios de Puleo demostraron que los tonos musicales que componen esta escala tienen efectos medibles que devuelven el equilibrio y bienestar al cuerpo humano. 

Ahora, ¿cuáles son las frecuencias de Solfeggio y los efectos estudiados? Existe información variada entre 6 y 9 diferentes frecuencias, que son: 174 Hz, 285 Hz, 396 Hz, 417 Hz, 528 Hz, 639 Hz, 741 Hz, 852 Hz, y 936 Hz. Los efectos van desde ser vibraciones que disminuyen el dolor, ayudar en la regeneración de los tejidos, reducir mecanismos de defenza inconscientes, liberar trauma, aumentar la energía y consciencia, facilitar la comunicación con otros, e integrar la actividad de los dos hemisferios del cerebro, entre muchos otros. 

Así, se han desarrollado líneas de creación musical que buscan generar sonidos de estas frecuencias, para lograr los efectos deseados en el oyente. La música electrónica ha sido uno de los principales estilos que han facilitado este tipo de trabajo, ya que por el uso de tecnologías y equipos pueden alcanzarse grados de precisión mayores. 

Algo similar ocurre con los sonidos binaurales, que han demostrado tener efectos beneficiosos para el sueño y la memoria, entre otros. El sonido binaural puede definirse como una ilusión del procesamiento auditivo, que es lo que ocurre cuando escuchamos una frecuencia acústica distinta en cada oído a través de auriculares, pero el cerebro lo percibe como una sola frecuencia. La frecuencia percibida es la diferencia entre ambas frecuencias escuchadas. Por ejemplo, si por el auricular derecho escuchamos una frecuencia de 325 Hz y por el izquierdo otra de 315 Hz, el ritmo binaural será de 10 Hz, y nuestro cerebro va a percibir un ritmo de baja frecuencia que resulta de la composición de dos sonidos diferentes. Pero cuidado, que si la diferencia entre ambas frecuencias supera los 40 Hz, nuestro cerebro las percibirá como distintas y ya no ocurrirá el efecto deseado. 

¿Conoces el efecto de las frecuencias sonoras en nuestro organismo? Los beneficios del sonido binaural ocurren cuando el cerebro responde a esta percepción sonora alterando las ondas neuronales, sintonizando con frecuencias que pueden relacionarse con estados de bienestar y relajo.

Por ejemplo, las ondas delta (entre 0,5 y 3 Hz) son las más lentas, y que se han asociado con estados de sueño profundo, por lo que el sonido binaural delta es muy relajante y puede inducir a estados de sueño. Por su parte, las ondas beta (entre 12 y 38 Hz) corresponden al estado de pensamiento activo y vigilia, por lo que el sonido binaural beta ha probado ser útil para aumentar el rendimiento cognitivo, mejorar el ánimo y la memoria a largo plazo. 

Por todo lo anterior, la música surge como una herramienta no sólo artística y cultural, sino también de trabajo personal e investigación científica de formas que tal vez ni imaginabamos. ¿Qué esperas para probar el efecto que pueden tener estas frecuencias en tu propio estado de ánimo y consciencia? 


¿Conoces el efecto de las frecuencias sonoras en nuestro organismo?

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