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El ‘lobby’ bajo la lupa: ¿es una actividad democrática?

World, 14 May 2014 There is no doubt that multinationals wield considerable political power, but how much power? De politieke macht van multinationals Silvano Mello/Cartoon Movement/Hollandse Hoogte

El lobista es el profesional que lleva a cabo cualquier comunicación oral o escrita para influir en el poder legislativo o ejecutivo

El ‘lobby’ bajo la lupa: ¿es una actividad democrática?. No hay duda de que su nombre se debe a la palabra lobby, que en inglés se traduce como “vestíbulo”. Lo que no está tan claro es en qué circunstancias se asocia a la actividad de influencia.

El anuncio frustrado del exministro Alberto Garzón de empezar a trabajar en una consultora nacional de asuntos públicos volvió a poner sobre la mesa la existencia de los grupos de presión, su labor y, específicamente, la idoneidad democrática de que cuenten en sus filas con personas que se han dedicado recientemente a la política.

El caso llegó a la opinión pública después de los escándalos relacionados con la acción de influencia de determinados países en el Parlamento Europeo, que involucraba a políticos en activo, pero también a otros que ya no ostentaban cargos públicos.

Más allá de las críticas a la falta de coherencia del exministro, el debate pone en evidencia el cuestionamiento de una actividad cada vez más habitual en España.

¿De dónde viene el concepto?

Algunos sostienen que el término lobby se originó a partir de las reuniones que el presidente norteamericano Ulysses Grant (1869-1877) mantenía en el vestíbulo de un hotel en Washington, donde era invitado a consumir bebidas con el propósito de influir en las decisiones políticas. Otros remontan su origen al parlamentarismo inglés y, específicamente, a las reuniones de los miembros del parlamento en los vestíbulos antes y después de los debates parlamentarios, donde se encontraban con los representados.

Independientemente de su origen, en la actualidad la labor del lobby va más allá de celebrar reuniones con políticos o grupos de interés. Requiere una estrategia cuidadosa y planificada que, al acceso a quienes toman las decisiones, añade conocimiento jurídico, político y de comunicación. Una acción integral imprescindible para moverse en un panorama político cada vez más inestable en todo el mundo.

De ahí que entre los distintos perfiles profesionales que pueden dedicarse al lobby, que incluyen el derecho, la política y la comunicación, el de los ex políticos resulte tan atractivo. Tras abandonar sus responsabilidades, gozan de un conocimiento profundo de determinados sectores, así como de capacidad de relación y acceso con aquellos que tienen capacidad de decisión.

Un bien para la democracia

Ahora bien, esta actividad de influencia, en función de cómo se realice, puede suponer un bien para las democracias o puede ser una amenaza.

La función del lobista puede ser una contribución al bien común. Entre sus ventajas podríamos incluir:

De ahí que podamos decir que el lobby puede servir para mejorar las labores legislativas y de gobierno.

O una amenaza

Sin embargo, también puede suponer una amenaza para las democracias. Podríamos identificar los siguientes riesgos:

El ‘lobby’ bajo la lupa: ¿es una actividad democrática? ¿Se profesionalizará el ‘lobby’?

Tras años moviéndose entre las sombras y la regularización, actualmente el futuro del lobby gira en torno a tres ejes: la profesionalización, regulación y democratización.

En la actualidad, observamos una creciente tendencia hacia la profesionalización de esta actividad, con numerosas empresas incorporándola como una labor en la que han de invertir. Por ejemplo, las grandes tecnológicas invierten más de 97 millones en lobby en la UE, hay más de 12 000 lobbies registrados en la Unión Europea y, a nivel nacional, en España, en el registro de la CNMC, existen alrededor de 1 314 grupos inscritos.

Por otro lado, la regulación se erige como un pilar fundamental para dar forma al futuro de los lobbies. En la actualidad, 29 países han implementado medidas regulatorias que tienen como herramientas principales la transparencia (a través del registro) y la ética (reflejada en códigos de conducta), siguiendo el modelo propuesto por la OCDE en sus recomendaciones.

Además, se apunta hacia la democratización del lobby como una necesidad y hacia una forma de hacer lobby respetuosa con la transparencia, los principios democráticos. También a la existencia de un lobby ciudadano cuyo objetivo sea defender intereses públicos. Solo de esta manera el lobista podrá convertirse en un verdadero aliado de la democracia.


El ‘lobby’ bajo la lupa: ¿es una actividad democrática? Por Rafael Rubio, Catedrático de Derecho Constitucional, Universidad Complutense de Madrid y Dídac Sánchez Olaya, Research assistant, Universidad Complutense de Madrid

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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