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Miguel Scheroff: «Que viene el lobo»

«Qué viene el lobo» refleja a esa sociedad actual que brilla aparentemente para camuflar su situación actual e imaginar así una vía de escape.

Miguel Scheroff: «Que viene el lobo». Érase una vez…, era y es, una expresión que marcaba el comienzo de la fantasía. El sueño abría sus puertas a la actividad mental, a la delicia del mundo onírico, pero también, en numerosas ocasiones a la pavorosa vigilia.

Cómo algo tan esperado, un cuento antes de dormir podía transformarse en el mayor de nuestros miedos. Y es que, aunque estos relatos han dado un giro en los últimos tiempos, la herencia cultural adquirida durante nuestra infancia nos empuja a temer al lobo, al lobo feroz.

Pero, ¿quién es este ser al que se le atribuye dicho adjetivo? Este cánido ha sido vapuleado en el folclore por alimentarse en determinadas ocasiones de cerditos, ovejas, cabritillos, etc. Sin embargo, se trata de una especie fundamental para la cadena trófica y, por ende, para el ecosistema.

Asimismo, en algunos mitos y leyendas aparece su versión más positiva; recordemos que forma parte de la historia del Viejo Continente, ya que amamantó a los fundadores de la Ciudad Eterna, Rómulo y Remo.

No obstante, frente a estas dos acepciones ha primado en nuestra memoria la imagen peyorativa: un animal salvaje -es decir, alejado de la comunidad y no cautivo, sino que vaga libre; que infunda miedo y peligro -lo cual tiene su sentido en el pasado por lo que podía significar para esa sociedad expuesta-; y, que cuando adquiere cualidades humanas se caracteriza por su torpeza -por desconocimiento del contexto-.

Curiosamente es en esta última característica, cuando al lobo se le despoja de sus rasgos animales y adquiere una forma y comportamiento humano, cuando se agudiza su ignorancia.

Miguel Scheroff: «Que viene el lobo». Así pues, el lobo también ha sido un símil del Otro, del extranjero, lo desconocido, lo diferente o de lo diverso.

De esta manera, ante la expresión ¡Qué viene el lobo! Cabría preguntarnos ¿qué tipo de lobo? Ante este paradigma, el artista Miguel Scheroff (Navas de Tolosa, Jaén, 1988) nos invita a pasear por un bosque fantasioso. Un espacio protagonizado por los antagonistas de los cuentos, los lobos y otros seres denostados en esas historias, aquellos que «representan una amenaza» como son: los dragones, reptiles, otros cánidos, felinos o insectos.

Especies que, si bien en un primer momento pueden asustarnos por la fama que les precede, no dejan de ser otro ser vivo que cumple o cumplió sus funciones en nuestro planeta y, que bajo las apariencias o actitudes humanas se presentan como un ser atípico. Estos, a su vez, hacen referencia a retratos y autorretratos donde el jienense deja plasmadas sus preocupaciones contemporáneas.

Si en trabajos anteriores Scheroff destacaba por su habilidad para mostrar lo crudo de la realidad a través del hiperrealismo y, en los últimos tiempos ha prestado atención a escenas de lucha con seres reales y mitológicos, en esta exposición nos presenta su versión más «ficticia» a primera vista; puesto que, si observamos más allá de las apariencias, nos encontraremos con un testimonio mucho más fiel de la realidad.

Continuando con una pincelada cargada de materia delimita la fisionomía de sus personajes y les aporta personalidad: tan puntiaguda como sus peligros y tan dulce -dispuesta como con una manga pastelera- como el carácter que encierran.

Una obra de aspecto cuasiescultórico, un bajorrelieve pictórico que traspasa la bidimensionalidad, instigando a la experiencia artística in situ frente a la creciente virtualidad. Las tecnologías nos tienen atrapados, hipnotizados como la sensación que producen los ojos de los representados, que nos alertan del riesgo de caer cautivos como muchas de estas especies salvajes.


Miguel Scherof: «Que viene el lobo». Por Alejandra Rodríguez.

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