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¡Prohibida la ducha! o por qué deberíamos leer como niños

El escritor Juan Soto Ivars tiene un don para crear carcajadas a partir de las palabras y lo deja patente en Prohibida la ducha

¡Prohibida la ducha! o por qué deberíamos leer como niños. Quizá sea la única persona –si no lo soy, por favor, hacédmelo saber para que me sienta mejor- que con veinticinco años aún sigue escuchando algún que otro día el grito inequívoco de su madre: “¡¡¡Hazte la cama!!!”

Lo siento, pero es así, para muchas cosas, sigo teniendo 10 años. Siempre pierdo mi calcetín favorito debajo de la cama porque nunca tengo tiempo de ordenar mi leonera y, a veces, leo libros de niños. ¿Qué pasa? ¿Algún problema?

Si reflexiono un poco, me doy cuenta de que nuestro comportamiento en los últimos tiempos es muchísimo más infantil que aquel que teníamos cuando los recreos eran nuestra parte favorita del día. Y es que, joder, estoy segura de que los críos a los que les doy clase juegan menos que yo, porque qué son las redes sociales sino un juego en el que los adultos nos pasamos horas y horas intentando ganar partidas sin descanso.

Pues eso, que yo me declaro niña y a mucha honra. Y por eso me he pasado el recreo leyendo ¡Prohibida la ducha! (Siruela, 2015) escrito e ilustrado por dos jóvenes murcianicos, Juan Soto Ivars y María Serrano respectivamente, que han encontrado le fórmula secreta para que cualquier niño-adolescente-joven-adulto-viejo-inmortal se enganche a leer un libro tirando el móvil contra la pared. Para mí, sin duda, los nuevos Elvira Lindo y Emilio Urberuaga.

Si nosotros crecimos con Manolito Gafotas, ellos crecerán con los gemelos Juan y Paco y la redicha de Uma (en mi imaginación, Thurman). Y es que no me cansaré de decir que lo que hace falta ahora no es que la gente lea, sino que los niños aprendan a leer, aprendan a querer leer. Y cuando digo niños, no hablo de personitas con 5, 6, 7 años, hablo de personitas de 20, 30 o 40 años. ¿Es que no aprendisteis nada de Peter Pan?

¡Prohibida la ducha! o por qué deberíamos leer como niños. Un libro de aventuras al que el humor se le sale por los cuatro costados.

Te ríes sin parar, y es que este escritor tiene un don para crear carcajadas a partir de las palabras: lo demostró ya en Ajedrez para un detective novato (Para los que se sientan demasiado mayores para un libro infantil) y lo deja patente en Prohibida la ducha, donde una banda de chicos liderada por dos gemelos pelirrojos se ven envueltos de un leve tufillo en un país paralelo llamado Péstor en el que la vida se rige por la ley del “Sin roña no hay dignidad”.

Y si la historia que nos cuentan es especial, qué decir de las ilustraciones. María Serrano hace virguerías con sus colores y sus trazos, haciendo que cualquier niño que odie los libros porque “sólo hay letras” caiga rendido ante ¡Prohibida la ducha!, pues cada dos o tres páginas hay un dibujo, un dibujo tan chulo que se te quitan las ganas de meterte a Instagram. Palabra de niña.

Lean, aprendan a leer como si fueran críos, ríanse, dejen de ducharse por un día y grítenle a su madre: “Hoy no pienso hacer la cama, y me voy a quedar en ella todo el día leyendo ¡Prohibida la ducha!.

“Que la peste os acompañe”.


¡Prohibida la ducha! o por qué deberíamos leer como niños. Por Araceli (Language Hunter and Fiction Girl)

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