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Jenna Gribbon: entre la intimidad y el voyeurismo

Las pinturas suntuosas y texturizadas de Jenna Gribbon oscilan entre la atrayente intimidad y el desconcertante voyeurismo

Jenna Gribbon: entre la intimidad y el voyeurismo. La exploración de Gribbon en el retrato cuestiona convenciones, indagando en miradas de género, presentaciones de poder e ideas de observación. Inspirada por la atención detallada de Hans Holbein, crea ilusiones de tactilidad al pintar piel, cabello, tela y más, testamentos de la presencia física de los sujetos y los actos de observarlos.

Interrumpe la pareja tradicional de dos hombres históricos: durante un siglo, los retratos de Thomas More y Thomas Cromwell, enemigos mortales en la búsqueda del rey Enrique VIII por el poder absoluto.

Nacida en 1978 en Knoxville, Tennessee, las pinturas al óleo de Jenna Gribbon son una contribución importante a la larga tradición del arte figurativo, ampliando las posibilidades narrativas para explorar el acto de observar.

Sus retratos vibrantes, a menudo desnudos o parcialmente desnudos, representan a quienes están más cerca de ella, a veces ella misma, en poses sinceras durante momentos inquietantes. Repletos de colores saturados y iluminados de manera incómoda, inusual o humorística, los protagonistas a menudo miran directamente a la artista, difuminando la línea entre observador y observado.

Utiliza accesorios estratégicamente colocados, como espejos, antifaces, luces de abrazadera, geles de colores, pantallas verdes, para explorar diferentes tipos de mediación que afectan el consumo de imágenes e investigar las dinámicas de poder entre el sujeto, el artista y el espectador.

Al incluir su propia imagen en sus pinturas, Gribbon se convierte en actriz y directora en una trama que es a la vez cómica, tierna, fantástica y oscura

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Su obra más reciente destaca a su pareja, Mackenzie Scott, y la establece como una especie de avatar, desplazando el enfoque del cuadro desde la figura hacia la forma en que está enmarcada. En su obra «¿Qué estoy haciendo aquí? Debería preguntarte lo mismo», se une a Thomas Cromwell de Holbein rompiendo la dinámica histórica de dos hombres de perfil. Su pose, frente al espectador con las piernas abiertas, desafía la mirada masculina tradicional con la de una artista mujer queer. La pintura de Gribbon es un homenaje al arte de Holbein y una exploración de historias y legados, iniciando una conversación entre retratos del pasado y del presente.

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