Pese a que el laicismo crece en muchas regiones del mundo, el mercado de la espiritualidad está más vigente que nunca.
La espiritualidad es un negocio muy rentable. La creación y explotación de productos asociados a temáticas espirituales se ha vuelto muy rentable. Solo en Estados Unidos, el valor de mercado de la organizaciones religiosas en 2022 fue de unos 156 000 millones de dólares.
Y en la región de Asia-Pacífico el mercado religioso, con un valor de más de 5 000 millones de dólares en 2022, podría alcanzar los casi 16 000 millones en 2033. Gran parte de esos beneficios proceden del turismo espiritual, que incluye peregrinajes a sitios de fe, retiros espirituales, turistas que visitan espacios religiosos por su valor histórico o cultural, museos y eventos periódicos o únicos, como las Jornadas Mundiales de la Juventud o las visitas papales, en el caso de la religión católica. Unos 600 millones de viajeros alrededor del mundo practican turismo espiritual.
Hippies, contraculturales y místicos
Hace 50 años la contracultura hippie planteó una espiritualidad distinta a la que las grandes religiones proponían hasta entonces. El movimiento utilizó la meditación como forma de autoconocimiento y autocontrol.
Esta propuesta fue bien acogida por muchos de los ídolos musicales de la época, entre ellos los Beatles. “Los 4 de Liverpool” ayudaron a modificar la percepción que tenía la cultura occidental sobre la espiritualidad india cuando, en 1968, en pleno auge de su popularidad, hicieron un retiro espiritual en el ashram (un lugar de meditación y enseñanza hinduista) del gurú Mahesh Prasad Varma.
Esto generó el deseo de miles de jóvenes de experimentar este tipo de vivencias. Bajo el influjo de esta experiencia mística, los Beatles compusieron canciones como “Mother Nature’s Son”, “Sexy Sadie”, “All You Need is Love”, “Across the Universe” o “My Sweet Lord”, entre otras.
Una espiritualidad no religiosa
El interés por el mundo místico, que no necesariamente tiene relación con las creencias religiosas, ha abierto el camino a otras maneras de buscar la salud emocional como el reiki, el yoga, la meditación trascendental y la acupuntura.
Todas ellas han generado un enorme mercado de consumidores que pagan por clases presenciales o en línea, sesiones en centros de sanación, cursos de formación y materiales o accesorios relacionados con la práctica. Si nos centramos en el mercado de los practicantes de yoga, tienen a su disposición tapetes y colchonetas especiales para su práctica, calcetines antideslizantes, ropa, cojines, bloques, correas, entre muchos otros productos.
Por ello, marcas como Adidas, Fila, Puma o Reebok se han interesado por este segmento que, de acuerdo con el estudio realizado por Informes de Expertos, tuvo un valor de mercado en 2022 de 105,9 mil millones de dólares. Y se espera que llegue a los 177,6 mil millones de dólares en 2028.
Espiritualidad audiovisual
La industria cinematográfica no ha sido ajena a las expectativas de espiritualidad. La película Come, reza, ama, que trata sobre el viaje de autodescubrimiento de su protagonista, recaudó en taquilla más de 200 millones dólares.
En las plataformas de streaming se pueden encontrar gran variedad de títulos sobre temas espirituales: desde el uso de la ayahuasca como medio para liberar el espíritu hasta peregrinaciones místicas en busca del autoconocimiento.
Series como Para bien (o para mal) y Goop lab, con Gwyneth Paltrow, documentan la industria del bienestar, mostrando diferentes técnicas –en su mayoría con aspectos místicos– a las que recurren las personas en busca de salud física y emocional.
La película chilena de 2011 Dios me libre es una comedia satírica de lo que se conoce como religious broadcasting. Prácticamente todas las doctrinas religiosas han utilizado esta forma de comunicación. Sin embargo, las nuevas creencias místicas han hecho un negocio de la tecnología, con programas de ayuda a sus miembros mediante apps y llamadas telefónicas de apoyo pero de pago.
La espiritualidad es un negocio muy rentable. Experiencia turística y religiosa
Uno de los destinos religiosos ejemplo de éxito en términos de producto turístico y comercialización es el Camino de Santiago, una ruta milenaria de peregrinación cristiana para visitar el sepulcro del apóstol del mismo nombre en la catedral de Santiago de Compostela, Galicia, en el noroeste de España.
Hoy en día no todos los que recorren el camino lo hacen por sus creencias. De acuerdo con el portal oficial Oficina de Acogida del Peregrino, tan solo un 45 % de quienes lo han transitado en lo que va de 2023 lo han hecho por razones puramente religiosas.
Es tal el éxito de la ruta que convoca a turistas de 165 países. Para planificar la peregrinación, además de agencias de viajes, hay portales digitales donde se puede programar cada etapa y reservar el hospedaje de toda la ruta.
Existe incluso una página web que ofrece una versión virtual de la peregrinación. El Camino de Santiago Virtual Challenge tiene 772 kilómetros y cada participante decide el tiempo en el que va recorrerlos. Previo pago, quienes completan todas las etapas en el tiempo estipulado reciben una medalla en reconocimiento de su peregrinaje.
La espiritualidad es un negocio muy rentable. Por Rogelio Martínez Cárdenas, Profesor Investigador del Departamento de Estudios Organizacionales, especialista en turismo religioso y turismo accesible, Universidad de Guadalajara Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.