En «Flesh Vanitas» Miguel Scheroff utilizó la forma anatómica del rostro como un lugar donde suceden todo tipo de hibridaciones
Miguel Scheroff y la preocupación existencial del individuo reflejados en sus obras bajo el titulo «Flesh Vanitas» Caras desgarradas entre elementos orgánicos: tendones, músculos, vísceras, piel, carne y cabello se amontonan y mezclan entre sí, dando como resultado una masa biológica que nos revela la fragilidad del propio material.
Los «Terrores y Bondades” de la naturaleza humana, esa dualidad contradictoria que nos define, que expone nuestros miedos y virtudes, nuestras facetas violentas y las tiernas, nuestro Jekyll y Hyde, lo indómito y brutal de nuestro carácter que convive con la dimensión más sensible del ser humano.
La obra de Scheroff hiela la sangre, la conduce por una paraje que nos petrifica el cuerpo y nos invita a mirarnos internamente. Creemos que las miradas que refleja en sus lienzos y diferentes soportes son el sinónimo más acérrimo del reflejo del alma.
Estas cabezas se muestran sobrecogedoras al espectador, como un gran trozo de carne. Contraponiendo sentimientos de magnetismo y repulsión, serenidad y violencia, realidad y fantasía, frivolidad y gravedad. Ponen de manifiesto la preocupación existencial del individuo o la conciencia colectiva referida a cómo afrontamos la decadencia del mundo actual.
Realidades que convierten el mundo en un lugar cada vez más inseguro y turbador
Mi trabajo -como el de muchos otros creadores- se basa en materializar a través de la expresión plástica, todas esas ralladas que bombardean nuestro pensamiento en torno al mundo que nos ha tocado vivir. Empleo la pintura como una herramienta para generar imágenes que me ayuden a reflexionar en torno a la conciencia colectiva y el modo en el que tratamos y nos relacionamos con otras especies en el contexto actual. Intento poner de manifiesto en mi trabajo la necesidad de un equilibrio moral en lo referido al consumismo, el espejismo o la agresividad de los conflictos contemporáneos.
Pienso que mis pinturas están impregnadas del estado de ánimo de una generación convulsa y sumergida en el desequilibrio sensible o emocional, donde la belleza o la esperanza se ven continuamente aplastadas por la inestabilidad y el horror de una realidad amenazadora. La plástica es mi vía de escape para aquello que me hace daño y me desestabiliza, es la manera que tengo de exorcizar los demonios que me generan angustia, ansiedad o depresión. Aunque a veces me obsesiono tanto con ella que se vuelve contra mi… es una relación extraña pero preciosa.
Con mi producción artística siempre he perseguido estimular una reflexión profunda en el espectador, que al enfrentarse a ella se vea inducido a plantearse cuál puede ser su papel en un mundo tan inestable como el que habitamos.
Miguel ha desarrollado una técnica pictórica que parte de la fotografía y de los postulados hiperrealistas para alejarse de ellos. El artista trabaja siempre sobre una imagen previa que suele esbozar en lienzos de gran formato, para posteriormente definir los pequeños detalles. Éste es el punto en el que Scheroff se distancia de lo que parecía inevitable, la construcción de una imagen hiperrealista, pues son esos detalles, precisamente, los que introducen la expresión y la irrealidad al retrato, y en definitiva, los que configuran su identidad artística.
El artista define su obra como “retrato hiperinformado”, esto es, rostros en cuya superficie el autor añade una información adicional sobre la experiencia de lo orgánico y las tinieblas del pensamiento. Tal y como he apuntado anteriormente, Scheroff recrea pictóricamente diferentes informaciones relativas al material orgánico hibridándolas y generando la forma anatómica de un rostro, consiguiendo de este modo, que aparezcan zonas con una textura similar a la porosidad de la epidermis, otras donde se intuyen tendones, nervios o grasa.
El resultado es un retrato que nos remite a la composición interna del ser humano, al material que nos constituye, es decir, el propio retrato aporta información “científica” sobre la composición del ser humano. Por otro lado, el hecho de exhibir lo que está dentro al exterior, mostrándolo como un trozo de carne, evidencia una preocupación existencial o conciencia colectiva sobre el modo en el que percibimos la crueldad, la animalidad, el cuerpo, lo biológico, la enfermedad, la decrepitud o la extinción.
«Flesh Vanitas» de Miguel Scheroff . Texto comisariado por Regina Pérez Castillo