El fotógrafo George Steinmetz ha recorrido el mundo para documentar las implicaciones de alimentar a 7 mil 500 millones de seres humanos diariamente
Ya no verás la comida con los mismos ojos. ¿Te has preguntado alguna vez de dónde vienen los alimentos que consumes o en qué condiciones se producen? Lo más probable es que la respuesta a esas preguntas sea inquietante (y quizá por eso, la mayoría de la gente prefiere no saber).
En la época en que vivimos, la población humana, que ronda los 7 mil 500 millones de personas, ha convertido al consumo en el motor de la economía, lo cual ha transformado a ésta en un proceso esencialmente despiadado y codicioso de explotación y producción incesantes.
Y el caso de la alimentación no es la excepción. De hecho, en la medida en que se trata de una necesidad básica, la alimentación se ha vuelto una de las industrias más ambiciosas del mundo.
Las fotografías que acompañan esta nota atestiguan dicha ambición. En América, en Asia, en Europa: no importa dónde, habrá siempre una superficie inmensa dedicada a la producción de alimentos. Y George Steinmetz se ha encargado de documentarlo.
Steinmetz se graduó como geofísico en la Universidad Stanford, profesión que abandonó desde hace 25 años para dedicarse a la fotografía documental.
Después de un viaje de 2 años por África, Steinmetz encontró en la fotografía aérea y panorámica la mejor manera de transmitir la situación urgente por la que atraviesa el planeta.
En el caso de su proyecto Big Food (que con cierta licencia podríamos traducir como Comida al mayoreo), Steinmetz recorrió primero Estados Unidos y después otros países para encontrar los sitios que proveen al mundo de alimento, pero sobre todo, para evidenciar el costo de alimentar a 7 mil 500 millones de personas.
Áreas completas de la selva del Amazonas, devastadas para producir soya. Granjas en Estados Unidos donde miles de aves son criadas para consumo humano pero al mismo tiempo son rociadas con antibióticos de manera cotidiana, para evitar alguna epidemia que podría significar pérdidas económicas para la industria.
Estanques en Noruega que «cultivan» el salmón que después será vendido en supermercados de toda Europa, de China o de América.
Ya no verás la comida con los mismos ojos. Cerdos en Alemania que apenas ven el matadero, buscan huir.
En otras palabras: estragos ambientales, crueldad animal, contaminación química con efectos tanto en la salud humana como en el equilibrio del planeta, explotación laboral, entre varias otras circunstancias.
Como dato anecdótico cabe agregar que en el 2013, Steinmetz y su entonces asistente, Wei Zhang, fueron detenidos, presentados a la policía e incluso encarcelados por tomar fotografías de una granja en Kansas. «Nos trataron como si fuéramos terroristas», dice Steinmetz al recordar el incidente.
30 mil hectáreas de techos plásticos, al abrigo de los cuales se cultivan todo tipo de frutas, verduras y flores destinadas al comercio de gran distribución en toda Europa -un sistema contra el que los productores locales difícilmente pueden rivalizar-
Wisconsin, Estados Unidos: un camión circula por las filas de esta «guardería» que acoge a 3 mil 300 becerros alejados de sus madres, cuya leche se usa en la producción de lácteos; ellos, en cambio, son alimentados artificialmente con una mezcla de agua y leche
18 mil pavos se apretujan en este corral en Iowa, Estados Unidos, mientras un obrero rocía sobre ellos un antibiótico pulverizado; cada ave pasa en promedio 18 semanas en este espacio, el tiempo suficiente para que la mezcla de soya y minerales con que son alimentados les haga ganar 10kg, el peso necesario para comercializarlos
65 toneladas de arenque en un barco pesquero en Oregón, Estados Unidos; los «barcos-fábrica» como este cuentan con la capacidad de transformar cada día 30 toneladas de pescado en filetes, bastones o surimi, particularmente para McDonald’s, uno de los consumidores principales del producto
En Hjørundfjord, un fiordo típicamente Noruego, cada una de estas granjas de salmón produce 18 mil peces en cada uno de sus ocho estanques; los especímenes crecen en 18 meses, alimentados con una mezcla de soya y pescado
Una granja de pepinos de mar en el puerto de Yantái, China, país en donde este animal marino es especialmente apreciado como ingrediente gastronómico
Las imágenes son sin duda impactantes y, por ello mismo, incitan casi inevitablemente a la reflexión. ¿Podría ser de otro modo? ¿Hay otras formas de alimentar a la población humana mundial? ¿Cuánto de todo ese alimento se desperdicia? ¿Cambiarían las cosas si la gente comenzara a tomar conciencia de su alimentación, en todos los sentidos?
Te aseguro que ya no verás la comida con los mismos ojos. Por MATEO LEÓN