Por donde se mire, la película Hater de Netflix muestra el lado oscuro de las redes sociales y como son utilizadas para propagar el odio.
“Hater” de Netflix la cultura del odio en redes sociales. Aunque la película Hater de Netflix no es de las más reconocidas en el mundo por su género, durante su estreno se posicionó como uno de los filmes más vistos en la plataforma porque planteó un dilema muy común en la actualidad: las redes sociales como transmisores de la cultura de odio, y esto llegó a desatar una ola de reflexión en los usuarios de internet por el impacto visual que desencadenó el relato.
Por si fuera poco, en enero del 2019, el alcalde de la ciudad polaca Gdansk, Pawel Adamowicz, fue apuñalado hasta la muerte en un acto benéfico por un exconvicto que lo hacía responsable de haber sido encarcelado y torturado, y se vio reflejado de cierta manera en el guion, ya que presenta a un candidato a la alcaldía de Varsovia, llamado Pawel Rudnicki, quien destacaba por ser un nuevo político con ideas liberales, completamente opuestas a la oposición conservadora y fascista que estaba propiciando una movilización del sector extremista.
Los hechos se van desarrollando tras la expulsión del protagonista, Tomasz Giemza, de la facultad de derecho por haber cometido plagio, lo que lo lleva a obtener un trabajo en una agencia de relaciones públicas, donde se desempeñaría en lo que más le iba bien: el manejo de redes sociales. De ahí se le encomendó una actividad específica, ejecutar una campaña de odio en línea y fake news para desprestigiar a celebridades, particularmente al candidato progresista que estaba teniendo una gran popularidad.
“Hater” de Netflix la cultura del odio. Nada alejado de la realidad
Es un hecho que el odio está rigiendo el mundo y se propaga como una bola de nieve en las distintas redes sociales, lo que ha llevado a la proliferación de discursos de odio, principalmente en Facebook y Twitter. De esta manera, se ha llegado a atacar a figuras públicas como activistas, políticos, artistas y así sucesivamente, exponiendo la peligrosa cultura de odio, y también la de cancelación, porque sus efectos son letales.
En el mundo real, existen personas así y más de lo que pensamos, que aparentemente son “normales” pero se escudan detrás de un perfil en internet para envenenar foros de discusión, humillar, acosar y adaptar conductas que son terribles. Por tanto, el guionista presenta un protagonista que es similar, no muestra remordimiento ni empatía en el transcurso de la historia, lo que hace reflexionar en si realmente no tiene alguna patología, ya que se destaca por ser un maestro manipulador y recurre a acciones bastante… maquiavélicas.
El personaje de Tomasz aprovecha y utiliza las sensibilidades de las personas, convoca a masas de usuarios en redes para promover una causa que él controla a su conveniencia hasta que todo comienza a oscurecerse, tomando un rumbo de pesadilla que es muy realista, aunque se quiera pasar por alto la cantidad de influencia y presión que pueden ejercer este tipo de individuos.
Varsovia dividida: Progresismo vs. Fascismo
Por si fuera poco, la película muestra una escena política muy compleja que, si miramos bien, es acertada bajo el análisis de diversas sociedades actuales, porque Varsovia, la capital de Polonia está dividida, destacándose por las marchas supremacistas que están en contra de la migración y la comunidad LGBTI. Sin embargo, el protagonista obedece a su propia agenda y su objetivo es escalar rápidamente en el status social, callando a quienes lo “señalaron” en un primer momento.
Por ello, la contienda gira en torno a Pawel Rudniki, moderado, europeísta, a favor de los derechos LGBTI y de brindar acogida a refugiados, siendo el joven candidato del partido Unión por el Futuro, y se enfrenta a Maciej Szozda, del partido Dignidad y Solidaridad, cuyo discurso se centra en el ataque al multiculturalismo, a la inmigración y en la defensa de la familia tradicional. Aquí se abre un compás, porque este último personaje busca reflejar de cierta manera a Viktor Orbán, Primer Ministro de Hungría, con quien comparte un perfil similar.
Pese a que no es la forma más óptima de gobernar, muchos políticos apelan a esta herramienta para dividir —pues, dice el dicho, divide y vencerás—, promoviendo populismos terribles que buscan influir en el electorado para aumentar la polarización, causar un resentimiento social y otros efectos que son catastróficos para las democracias. Así que, Hater no es tan “simple” como lo muestran.
Para aquel que le gusta el debate, el uso de la información, la comunicación y las redes sociales, es la película perfecta para sentarse a repasar las aristas que menciona. O bueno, si el objetivo es solo entretener, pasar el tiempo de duración sudando frío porque la tensión es demasiada, los giros de la trama son impresionantes y el final te deja sin respiración.
Sin embargo, no se puede olvidar que muchos políticos están usando el odio como motor principal de sus discursos, construyendo liderazgos que buscan enemistar a la población. Todo esto, en el marco de superioridad racial, religiosidad, adoctrinamiento y teorías conspiranoicas.
“Hater” de Netflix la cultura del odio en redes sociales. Texto: Grissel Soto