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Holocausto, una obra de George Segal que transmite desolación

Entre el estado mental y lo físico. Vendas, yeso, modelos humanos. Una obra de George Segal que transmite el dolor y la desolación del holocausto judío.

Holocausto, una obra de George Segal que transmite desolación. George Segal (Nueva York, 1924-2000) empieza su carrera como pintor antes de decantarse por el arte escultórico, que fue realmente su pasión y a lo que dedicó toda su vida.
Relacionado con el Pop Art, movimiento artístico que surge como reacción al Expresionismo Abstracto y que se nutrió del Dadaísmo, conecta la creación artística con la vida cotidiana. El arte se convierte en accesible para todas las clases sociales, a la vez que hace una crítica de los iconos de cultura de masas de manera reivindicativa e inteligente.


George Segal es considerado un referente de este movimiento, junto con Claes Oldenburg (1919) y Duane Hanson (1925). Todos centraron su creación en los modelos humanos de plástico, propios de la era de la publicidad.


Quizá la característica que distingue a Segal con respecto al resto, es que, desde la tristeza y la desolación nos transmite el particular estado emocional con el que percibe las composiciones, expresando sentimientos melancólicos, yendo más allá de la impersonalidad del Pop Art.


Cuando Segal se inicia en el arte escultórico, lo hace utilizando una técnica personal inventada por él mismo. Con vendas de yeso de uso traumatológico, saca moldes de un modelo vivo. Comienza a experimentar con la ayuda de su mujer, envolviendo parte de su cuerpo con las vendas y logra así, extraer un molde hueco de su cintura y rodillas. Practica diariamente sobre los cuerpos de sus amigos y de su mujer, hasta que tras dos años, se convierte en el pionero de esta técnica escultórica que ya ha perfeccionado y domina al cien por cien.


En sus moldes plasma personajes cotidianos en movimiento, quizá denunciando la condición del hombre moderno. Sus figuras siempre conservan el color blanco del yeso, aunque también trabaja el bronce. Siempre instala sus moldes en ambientes realistas, como un banco, una parada de autobús, un semáforo, una silla, una cafetería, ascensores… Y le gusta introducir objetos inusuales en sus composiciones.


Me fascinan muchas esculturas de Segal, pero hay una que me provoca un cúmulo de sensaciones en torno al dolor humano: impotencia, sufrimiento, desgarro… para mí, la más estremecedora. Se trata de Holocausto.

Símbolos de Holocausto

Es una escultura montada al aire libre, situada en el Lincoln Park de San Francisco. La realizó a los 60 años de edad. En esta obra, el artista plasma su visión del holocausto nazi. A primera vista, nos encontramos con unos cuerpos sobre el suelo, yacen unos sobre otros. Un hombre se alza de espaldas a ellos, es el superviviente. Llaman la atención su mirada, cabizbaja, y una de sus manos, que reposa sobre una alambrada de espino sostenida por dos postes.


El conjunto está rodeado de un bello paisaje, totalmente abierto. De esta manera el visitante puede entrar y acercarse a los cuerpos, sentir su cercanía y experimentar la sensación que le producen. Con este «estar dentro y fuera de la escena», pareciera que el autor haya procurado un descentramiento del holocausto, quizá para rehusar que se quede en el pasado.
Entrar y salir, formar parte de una y otra cara de la masacre. Por un lado, la naturaleza, la vida, por el otro y tras los alambres de púas, los cuerpos muertos.


Los cuerpos, curiosamente, parecen estar situados en forma de estrella, quizá la estrella de David, símbolo del pueblo judío. Formada por dos triángulos, dice la tradición que uno mira hacia el cielo y el otro hacia la tierra. Quizá, y dada la tendencia a manifestar la desolación y la soledad del hombre de George Segal, la estrella de este holocausto mire hacia la tierra, para recordarnos siempre el dolor de un pueblo, el judío. Y la barbarie de otro, el nazi.


Entre los cadáveres de Holocausto, aparece una mujer con una manzana en la mano, simboliza a Eva, quizá una reflexión sobre el pecado original y la conexión existente en la Biblia entre judíos y cristianos; la demonización de esta relación durante el holocausto. Aparece una figura como Cristo, símbolo del origen judío de Jesús, y también Isaac, al que Dios pidió que sacrificase a su hijo. Y la figura de un hombre, el que está de pie, que parece mirar el horizonte.


Y es que en las esculturas de Segal hay gente corriente a la que él pone símbolos. El escultor mentaliza a la persona que va a hacer de modelo, las manos que hacen el molde no son manos inocentes ni neutras. No es lo mismo, ni se saca lo mismo de alguien que tiene una intención: Segal pregunta a un padre cómo expresaría su gesto hacia su hijo, si alguien le pidiese que lo sacrificase (alusión a Isaac). Esta persona aporta su particular gesto tapándole los ojos al niño.


Los modelos del escultor hacen su aportación a nivel personal y humano, él los hace protagonistas, les da esa libertad y enriquece así sus composiciones. Así, va incorporando lo que los demás aportan, encontrándose con aspectos no programados e inesperados.

Segal decía en una entrevista a la agencia Associated Press en 1985:

Quería bajar la escultura de su pedestal. Quería algo sólido, algo con lo que me pudiera topar o dar la vuelta, algo de lo que podría formar parte. Pero también quería conseguir esa unión entre lo físico y un estado mental.

George Segal

No cabe duda de que con Holocausto, Segal ha conseguido con creces estos deseos. Ver esta composición te hace entrar en un estado mental complicado del que es difícil salir indemne, lo puramente físico queda en lo figurativo. Y lo emocional se apodera de ti ante cada detalle de esta impresionante composición.


George Segal logra capturar las actitudes y el movimiento en cada una de sus figuras, y sugiere la incapacidad de comunicarse con el hombre de hoy. Las figuras parecen estar congeladas, su apariencia blanca enfatiza esta sensación un poco fantasmagórica. Nos producen una sensación de misterio en el ambiente, a la vez que transmiten una sensación de soledad, alienación y aislamiento. Y dan la sensación de estar desconectadas emocionalmente del mundo exterior, en contraposición al sentimiento de solidaridad que transmiten: todos ellos se tocan.

Estas características comunes en las figuras de Segal se acentúan mucho más en Holocausto.
Me parece impresionante cómo el artista nos traspasa la desolación, lo vivido en los campos de concentración, nos traslada a aquella época, con la actitud del hombre que encontramos de pie, que nos habla de una muerte inevitable. Pero los cuerpos no están demacrados, ni esqueléticos. Puede que Segal esté honrando con su recuerdo a todos y cada uno de estos hombres, dotándolos de la dignidad que les fue arrebatada.

George Segal, a través de sus moldes de personas reales, nos habla de sus sentimientos, él dice de ellos que son intangibles. Aunque, la vida cotidiana tiene fama de ser banal, poco interesante, me sigue pareciendo desconcertante y misteriosa.


Segal hace un arte que nadie quiere comprar. Cuando le preguntan cómo debe ser una escultura pública su respuesta es clara: «de los sueños de los inmigrantes pobres». Sin duda, un escultor comprometido con las personas de a pie y con los que sufren.


En su obra resulta palpable la idea de que de las cosas cotidianas se puede crear arte y que este arte se convierta en arte con mayúsculas.


El marcado carácter de anonimato que presentan sus moldes, propicia que cualquier persona pueda sentirse identificada con ellos. Un arte que ya ha sido concebido para ser compartido con todos y cada uno de nosotros, independientemente de los conocimientos, al alcance de todos sin excepción y al servicio, única y exclusivamente, de nuestros sentidos.


George Segal quiso crear esta composición escultórica el Holocausto, para que lo que sucedió no quede en el pasado y esté presente. En homenaje a cada uno de los millones de judíos que fueron perseguidos y asesinados por los nazis en los campos de concentración. Tortura, ahorcamiento, trabajos forzados, asfixia provocada por gas venenoso, disparos, hambre y experimentos pseudocientíficos…. Hitler y sus secuaces consideraban que el pueblo judío era inferior y una amenaza racial.


Nos sumamos, desde aquí, al recuerdo de cada una de las víctimas y al dolor de sus descendientes.

Artículo de Pilar García 

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