Los rituales del cortejo contemporáneo, con sus intercambios de selfies desnudos, se encuentran con la política sexual de la pintura francesa del siglo XIX en los impresionantes retratos de esta joven artista afincada en Filadelfia.
Las mujeres en sus momentos privados de Shona McAndrew. Para los lienzos suntuosamente detallados y las esculturas de papel maché, McAndrew se fotografió en poses inspiradas de obras de Manet, Ingres y Delacroix, entre otros. Luego envió las imágenes por correo electrónico a sus amigas, pidiéndoles que montaran sus propias versiones.
Las pinturas resultantes, tres veces alejadas de sus fuentes históricas del arte, representan una selección diversa de cuerpos (muchos de ellos tatuados) en entornos íntimos. Las composiciones de McAndrew transforman a la musa femenina de un cliché escondido en una figura vibrante de autonomía.
McAndrew usa el lienzo para transmitir la libertad de las mujeres que dominan sus espacios privados. Se extiende más allá de las normas convencionales de lo que se supone que deben o no deben hacer en los ámbitos domésticos.
¿Cuándo las mujeres pueden ser honestas consigo mismas y qué hacen cuando lo son? En este cuerpo de trabajo, McAndrew investiga la historia del arte con referencias enraizadas en pinturas neoclásicas, románticas y en artistas masculinos franceses orientalistas de mediados del siglo XIX.
Recreando físicamente las posturas de las mujeres en esos cuadros, McAndrew está reapropiando así una mirada sexista y masculina impulsada por ese período en la historia del arte.
McAndrew está ejerciendo su propio enfoque feminista del estereotipo que la mayoría de las mujeres encuentran en la actualidad. Cada pintura recrea posturas conocidas o incorpora escenas tomadas de pinturas históricas.
Por ejemplo, en Daniela, la modelo está retratada en la misma pose que «La Grande Odalisque» de Ingres (1814). Sin embargo, en lugar de un cuerpo alargado reclinado en un suntuoso sillón de terciopelo, retrata una mujer curvilínea descansando en una cama encima de una pila de ropa colorida, luciendo un par de tatuajes, incluido uno de «Ghost World» de Daniel Clowes, el clásico de culto de la novela gráfica.
Vinculados a la idea de los espacios personales de las mujeres, los harenes son una constante explorado por la artista. La etimología del la palabra «harén» deriva de la raíz árabe haram, harim que literalmente significa lugar prohibido o santuario.
Bajo el imperio Bizantino, la antigua Grecia y Persia, los harenes servían como espacios privados para las mujeres de las clases altas con el propósito de mantenerlas protegidas y aisladas para que pudieran atender las necesidades de los demás sin tener que recurrir a los hombres. Sin embargo, una imagen muy diferente del harén surgió en el siglo XVII, cuando los europeos descubrieron las culturas musulmanas que albergaban las mujeres en privacidad.
A través de rumores e imaginación, los artistas masculinos representaron esos interiores opulentos con odaliscas voluptuosas, amantes y esclavas. De ahí la pose adoptada por McAndrew es reinterpretada por la artista Cheyenne Julien en su obra llamada «Cheyenne» que replica la escena en “La cigüeña en la casa de baños del Harem» del artista orientalista francés Jean-Léon Gérôme (1889).
Las mujeres en sus momentos privados de Shona McAndrew: “Me gusta la idea de que estas mujeres no se den cuenta de que son tan hermosas o dignas de la historia del arte como las mujeres pintadas en las imágenes de referencia.
Las esculturas de papel maché, por las que la artista es conocida, muestran un grupo de mujeres en diferentes poses, todas ellas de cuerpo, forma y ethnias diferentes con su carne parcialmente expuesta, otorgando a las obras una cualidad de vulnerabilidad y fuerza.
En lugar de ver a las mujeres desde un punto de vista más voyerista, el espectador debe tratar con ellas en el espacio real, incluso cuando son del tamaño de una muñeca.
Aunque las esculturas se crean a partir de la imaginación de la artista, están inspiradas y nombradas en honor a mujeres reales que han influido mucho a McAndrew.
Al igual que las pinturas, McAndrew ofrece al espectador un vistazo a los espacios y momentos en los que las mujeres están realmente comprometidas consigo mismas en sus propios términos, no en los de la sociedad.
Además, las poses están extraídas de la historia del arte, como Cecilia, que está representada en la misma forma que las figuras retorcidas de Bernini, o de la propia experiencia del artista al intentar representar como es refrescarse en un día particularmente caluroso y sudoroso.
McAndrew invita a la audiencia a moverse y descubrir las esculturas desde múltiples perspectivas, algunas halagadoras y otras no. El objetivo es representar a las mujeres no solo desde su mejor ángulo, sino en toda su complejidad.
Las mujeres en sus momentos privados de Shona McAndrew. Fuente: Maria Brito