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«La Travesía»: cruzando el Mediterráneo

Andrew McConnell

Vidas rotas y deseo de prosperar en «La travesía», de Andrew McConell

«La Travesía»: cruzando el Mediterráneo. El barco Prudence fue el escenario elegido por Andrew McConnell para concienciar sobre el tráfico de seres humanos en el Mediterráneo. Los protagonistas del proyecto «La Travesía», que ha sido galardonado con el premio Pictures of the Year International, son personas rescatadas por Médicos Sin Fronteras en un intento desesperado por conseguir una vida mejor.

Pero el camino no es fácil. «La travesía» nos da la oportunidad, no solo de poner cara a estas personas anónimas de las que día a día se habla en las noticias, sino también de conocer su historia. A las fotografías les acompañan testimonios en los que cada uno cuenta los motivos que le empujaron a abandonar su hogar, a sus seres queridos. Nos explican cómo ha sido este camino, los obstáculos que se han encontrado en forma de engaños y violencia; pero también nos transmiten la esperanza de haber llegado a un lugar mejor.

Wesam, 21 años

Andrew McConnell

Encarcelaron a su padre a los pocos días de estallar la revolución por unas declaraciones falsas. Fue puesto en libertad, de nuevo torturado y otra vez liberado. En su tercera detención no tuvo tanta suerte; su familia no tiene noticias de él desde entonces. Wesam decidió huir del infierno de Siria; «Morir en el mar era mejor que vivir aquí. En Europa tengo la intención de aprender el idioma, estudiar y construir un futuro».

Charlie John, 29 años

Andrew McConnell

Sin trabajo y con dos hijos que mantener, se marchó de Nigeria para poder darles un futuro mejor. Una vez en Libia, fue arrestado por la policía y obligado a pagar por su liberación. «Durante la primera semana diez personas fueron asesinadas, en la segunda acabaron con la vida de catorce«. Cuando consiguió reunir el dinero suficiente, emprendió la travesía. Murieron veintisiete personas ahogadas y trece más en el bote.

Kamal Hussein, 24 años

Andrew McConnell

Firmó un contrato para viajar de Bangladesh a Libia por 2.500 euros. Una vez allí, le exigieron 4.000. Fue maltratado con una barra de metal hasta que consiguió el dinero, momento en el cual comenzó a ganarse la vida como pudo. «Solo llevaba encima lo justo, porque te robaban siete u ocho veces a la semana». Un día un policía le pidió el pasaporte, lo rompió y se lo volvió a pedir. Acabó retenido casi dos semanas en una habitación minúscula y sin luz. Tras ello, se lanzó a la travesía.

«La Travesía»: cruzando el Mediterráneo. Omaya, 21 años

Andrew McConnell

Su padre era drogadicto y se quedaba en casa medio inconsciente mientras su madre trabajaba como una criada para mantener a la familia. «Solía golpearla con un cinturón una y otra vez hasta que sangraba». Su padre la incitó a prostituirse para conseguir dinero, pero ella quería una vida mejor. Inició un viaje hacia Europa en el que, como ella misma explicó, pudo ver la muerte con sus propios ojos. A pesar de todo el sufrimiento, preferiría morir a volver a Marruecos.

Babucar Nije, 25 años

Andrew McConnell

Decidió huir de Gambia por las condiciones de vida del país, afrontando la travesía; un camino marcado por los secuestros y la crueldad. Los traficantes le fueron llevando de un lugar a otro, a cambio del dinero que su familia su familia debía enviar. «Una mañana me dijeron: tu bote está listo. No había vuelta atrás […] En cualquier momento podríamos haber muerto. Si hubiera sabido todo lo que iba a pasarme, me habría quedado en Gambia.»

Weng, 26 años

Andrew McConnell

Una bomba aérea que destruyó su pueblo le empujó a cruzar el Sáhara. Durante el viaje, se vio forzado a cavar con sus propias manos fosas en las que enterrar a los compañeros que iban muriendo deshidratados. «A veces el viento soplaba la arena y podías ver los esqueletos». Se acostumbró a los golpes y a la bestialidad de unos hombres que disparaban a brazos y piernas por pura diversión. Pensó «Dios, estas personas no tienen corazón».

Mohamed, 31 años

Mohamed, 31 años

Fue arrestado y azotado por abstenerse a votar en las elecciones presidenciales de Sudán.  Sobrevivió en prisión con un pedazo de pan y un sorbo de agua al día durante dos meses. «Me mudé de una ciudad a otra en busca de empleo, y en cada una de ella me decían que lo encontraría en la siguiente». Cuenta cómo el conductor del bote que le llevaba a Europa les dejó abandonados en medio del mar, donde fueron rescatados por el barco de MSF. «Hasta que llegué a esta nave, no me sentí como un ser humano».

John, 30 años

Andrew McConnel

Marchó hacia Libia por la recomendación de un amigo, que había conseguido ganar algo de dinero allí. Tardó diez días en cruzar el desierto, un desierto lleno de cadáveres. Al tiempo de llegar comenzó la guerra; «Todos los días había disparos. No querían pagarnos pero nos obligaban a trabajar, éramos como esclavos». Decidió entonces irse a Europa en un bote abarrotado para emprender la travesía; por un mar embravecido que por poco puso fin a su sueño.

Yassin, 23 años

Andrew McConnel

Viajó a Libia intentando ganarse la vida, donde fue perseguido y acusado de ser miembro de Daesh. Consiguió abandonar el país por el Mediterráneo, y ahora solo desea volver a ver a su familia. «Somos trece hermanos, pero ahora todos estamos en diferentes partes del mundo […] Significan todo para mi, pero si volviera tendría que matar a personas. Eso no es lo que quiero».

Según la Organización Internacional de las Migraciones, entre 2014 y 2017 más de 14.000 personas se dejaron la vida intentando alcanzar el «sueño europeo». Alrededor de 500 de ellos eran menores.

«La Travesía»: cruzando el Mediterráneo. Fuente: Esther de Vicente

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