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La asquerosa partitocracia ha vencido a la democracia

Desobedeceremos hasta acabar con la farsa de la partitocracia. La comprensión de los fundamentos de la democracia y el compromiso en su defensa EXIGE la desobediencia de las leyes cuando son injustas.

La asquerosa partitocracia ha vencido a la democracia. La Democracia no se entiende sin las organizaciones o asociaciones políticas conocidas como partidos políticos. Una aproximación los conceptúa como asociaciones privadas que tienen como fin primordial ocupar el poder político

Ésta última caracterización es la que lo diferencia de los grupos de interés o de presión, que sólo tienen como finalidad influir en el poder político, pero no ocuparlo.

Han evolucionado en los últimos doscientos años, adaptándose a las circunstancias y a los cambios de la sociedad.

Una de las normas no escritas de la democracia occidental es la de que quienes pierden las elecciones, estando en disposición de ganar. O quienes pierden muchos más votos de los que se cosecharon en anteriores elecciones bajo las mismas siglas, deben dimitir y dejar paso a otros líderes.

Afortunadamente para el payaso de Sánchez, un líder político puede decir tantas tonterías como le venga en gana. Incluso en programas radiofónicos de gran audiencia-, que para eso existe la libertad de expresión y pensamiento.

La partitocracia ha vencido a la democracia. ¿Quien califica lo que un líder político puede decir y no decir?

Por suerte y -a veces- por desgracia, nadie. Cuestión distinta es la opinión que a cada uno le pueda provocar las declaraciones de estos líderes, o las leyes que hagan.

Estos son los mismos que van diciendo que vivimos en democracia porque se vota. Igual que se vota y se votaba en otros regímenes que no eran ni son nada democráticos.

Que vivimos en libertad porque en la Constitución se reconocen una serie de derechos individuales que ya existían antes de poder ir a reclamarlos ante un Tribunal Constitucional.

Pese a su existencia, se siguen vulnerando a diario (por ejemplo, el voto de los españoles no residentes.

Los mismos que nos hablan del imperio de la ley y de separación de poderes cuando el que manda es el mismo que hace las leyes, las ejecuta, y nombra -directa o indirectamente- a los jefes de quien debe juzgarlas.

Comparados con gentuza como ésta, que ha escrito las páginas más brillantes de la historia política de la humanidad y rescatado el concepto de democracia (representativa) para la historia moderna.

BETHLEHEM, WEST BANK – DECEMBER 05: A Palestinian labourer works under a large wall painting by elusive British graffiti artist Banksy December 5, 2007 on a building wall in the biblical city of Bethlehem in the West Bank. The Bristol-born artist has adorned Israel’s West Bank separation barrier and Bethlehem walls with new images, including one of a dove wearing a flak jacket and a soldier being frisked by a young girl. His works, along with those of other international artists, are part of an exhibition called Santa’s Ghetto. (Photo by David Silverman/Getty Images)

Los que pensamos que la desobediencia civil generalizada es otra forma de expresión individual de la voluntad popular, en ocasiones necesaria, somos unos angelitos.

Y esto me lleva a reflexionar sobre el verdadero problema político que afronta España en estos momentos.

La democracia española está enfangada en la partitocracia y solventar esta grave hándicap, que nos ha llevado a la parálisis actual, exige que los principales beneficiarios de ese sistema.

Es decir quienes se sientan en estos momentos en el Congreso, tengan la valentía y la honestidad de llevar a cabo urgentemente los cambios legislativos necesarios.

Pero para conseguirlo se exige que el parlamento actual, que tanto denostó con razón al antiguo régimen franquista, y de modo especial los parlamentarios populares y socialistas, imiten el gesto de los últimos procuradores de las Cortes franquistas de hacerse el harakiri político en beneficio del conjunto de la sociedad española, y acaben con esta partitocracia que lastra el funcionamiento democrático español.

Esta es realmente la segunda transición que España necesita.

La partitocracia ha vencido a la democracia. Porque las democracias no pueden impedir que corruptos, tontos o irresponsables puedan alcanzar cotas importantes de poder en el sistema, bien en el Gobierno o en la oposición.

Pero los más acreditados sistemas democráticos se han dotado de los mecanismos oportunos para deshacerse de ellos con prontitud.

El ejemplo Cameron es ilustrativo de cómo los británicos han quitado de en medio a un irresponsable que se ha pegado un tiro en su propio pie.

Pero nuestra partitocracia radicalmente piramidal, ensimismada en sus personales intereses, es incapaz de entender el deseo profundo de cambio político que la sociedad española ha expresado ya en las dos últimas elecciones. O si lo entiende y no actúa en consecuencia peor me lo ponen-;

Con el agravante de imposibilitar que los más capaces sean quienes puedan alcanzar los puestos políticos dirigentes que el país necesita.

El sistema partitocrático español ha empantanado la política española convirtiendo al conjunto del país y de los españoles en rehenes de unos pocos «secuestradores»

Que tienen todo el poder en sus partidos, que viven en un tiempo irreal aislados en una realidad política «virtual» ajena a la sociedad y que están encantados de ser acunados por un coro de aduladores que no conocen de la política más que el servilismo lisonjero para medrar en el seno de sus partidos.

¡Qué duro está ganarse el pan honradamente en la calle!

Ciertamente la corrupción -no solo política y de los políticos- es muy grave; la creciente desigualdad social y el empobrecimiento de amplias capas de la clase media es también muy preocupante.

El retroceso en el estado del bienestar lo es asimismo, existe un declarado golpe de estado secesionista a pequeñas dosis en marcha, etc.

Definitivamente la partitocracia ha vencido a la democracia

Pero hay prioridad de objetivos y en estos momentos el problema principal de España. Es la parálisis del funcionamiento del Gobierno, con todas las gravísimas consecuencias de todo tipo y global afectación que de ello se derivan.

Y el riesgo en que la partitocracia está sumiendo a las propias instituciones democráticas del Estado. La asquerosa partitocracia ha vencido a la democracia

Fuente: Rafael Esteve Secall

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