INFOMAG MAGAZINE

‘La hora de los hipócritas’ de Petros Márkaris

Los libros de Petros Márkaris siempre se desarrollan en una coyuntura muy actual y ‘La hora de los hipócritas‘ nos sitúa tras el paso de los hombres de negro por Grecia, pero al mismo tiempo reflexiona sobre cuestiones que son intemporales.

‘La hora de los hipócritas’ de Petros Márkaris. Tanto en las altas esferas del Gobierno como en la Policía reina el desconcierto. No saben si el crimen es obra de un loco o se las tienen que ver con algún grupo terrorista. Cuando Jaritos escarbe un poco, saldrán algunas verdades bastante incómodas.

Cuando Petros Márkaris (Estambul, 1937) publica, lo dejo todo. Me da igual la crítica, la sinopsis o los comentarios en blogs especializados. Amo a este escritor, lo confieso sin rubor. Es algo que tiene más que ver con las tripas que con la razón, lo sé y no me importa.

¿Por qué comienzo así esta reseña? Porque no quiero ser hipócrita, no esperéis una crítica objetiva; si conocéis al autor lo entenderéis, si no, dejad este artículo y comenzad con ‘Noticias de la noche’. Os espera un apasionante viaje junto a Kostas Jaritos. Estoy seguro de que lo disfrutaréis.

Estamos en 2020 y parece que Grecia y, por ende, toda Europa, ha superado la criminal crisis financiera de 2008, pero Márkaris llega con La hora de los hipócritas para despejar dudas. O para crearlas, depende…

Las apariencias engañan

La vida le sonríe a nuestro querido Jaritos. Katerina ha sido madre y eso hace que nuestro comisario se sienta el hombre más feliz del mundo. Pero claro, nunca la felicidad es completa y, nada más conocer a su nieto, Lambros, recibe una llamada de la comisaría.

Un respetado hombre de negocios ha sufrido un atentado, lo han asesinado poniendo un explosivo en su coche. La víctima no sólo es un reputado empresario, también es un filántropo reconocido que apoya causas solidarias. ¿Quién puede desear algún mal a un ciudadano tan ejemplar? Tanto en las altas esferas del Gobierno como en la Policía reina el desconcierto.

No saben si el crimen es obra de un loco o se las tienen que ver con algún grupo terrorista. Cuando Jaritos escarbe un poco, saldrán algunas verdades bastante incómodas.

La hora de los hipócritas

Márkaris vuelve a poner el foco allí donde parece que no queremos mirar, bien por comodidad o por miedo a lo que podamos encontrar. Su mirada lúcida y crítica de la sociedad griega es como un espejo en el que reflejarnos. ¿Es cierto que la crisis ha pasado? Entonces, ¿por qué los trabajos son cada vez más precarios? ¿Acaso nuestra sociedad es más justa e igualitaria? ¿Por qué consentimos la existencia de paraísos fiscales? ¿Cuál es el papel de los medios? ¿Denuncia y crítica o cómplices necesarios de una ópera bufa?

Perro viejo no aprende trucos nuevos

Esta frase podría ser una más de las perlas llenas de sentido común que nos regala Adrianí en cada novela. En el caso de Petros Márkaris, es totalmente cierto, no necesita de nuevos trucos para engancharnos a sus historias. Maneja con maestría el ritmo de la narración.

Pasa de lo más íntimo y familiar a la cruda realidad de forma totalmente natural y creíble.
El lector forma ya parte de la vida del comisario, Kostas Jaritos, y asiste emocionado a todas las alegrías o reveses que le acontecen.

En La hora de los idiotas confluye todo lo mejor de la saga. Por momentos he tenido que cerrar las páginas del libro con un nudo en la garganta, conmovido por lo que en éste sucedía. Están todos: Jaritos y su Dimitrakos; Adrianí, con su sabiduría y sus tomates rellenos; Katerina y Fanis, deslumbrados por el nacimiento de su primer hijo; Zisis, nuestro comunista favorito; Kula; Guikas y el siempre caótico tráfico de Atenas y, como no, la crítica social. Con la precisión de un forense, Márkaris disecciona la realidad sin detalles escabrosos ni las habituales trampas del género. Un maestro, un referente, un imprescindible en cualquier biblioteca criminal.


Puedes comprar el libro ‘La hora de los hipócritas’ en versión Kindle en el siguiente enlace de Amazon:


‘La hora de los hipócritas’ de Petros Márkaris. Por Jose Antonio Algarra

Salir de la versión móvil