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‘Increíble pero falso’ de Ricky Gervais

Escrita y dirigida por Ricky Gervais y Matthew Robinson, ‘Increíble, pero falso’ parte de una idea genial: en una realidad alternativa en la que todos dicen la verdad, un tipo descubre la mentira.

‘Increíble, pero falso’ de Ricky Gervais. Imaginadlo por un momento. Imagina que todos dicen exactamente lo que piensan y lo que es cierto, y que tú eres, de pronto, el único en toda la Tierra capaz de fingir, de inventar cosas que no existen, de decir una gran chorrada y que nadie la cuestione.

Seguro que ninguno de nosotros haría lo mismo estando en esa situación, hay tantas posibilidades… Y por eso resulta tan decepcionante esta película, mucho más floja de lo cabía esperar estando tan implicado Gervais (‘The Office’, ‘Extras’).

Un mundo cruel y divertido

No obstante, todo empieza estupendamente. Quizá demasiado, porque la película no recupera jamás el formidable tono inicial, lleno de ingenio y mala uva, sino que va cayendo en picado irremediablemente, hasta culminar en un último acto bastante insufrible.

Creo que el mayor error del guion que firman Gervais y Robinson es terminar demasiado pronto con la fantástica situación inicial en la que todos viven en un mundo de sinceridad, seca y brutal, que da mucho juego y de la que se saca mucho provecho, siendo la parte más divertida de toda la película.

Una película que cuenta con un buen número de breves apariciones estelares (Philip Seymour Hoffman, Edward Norton, Tina Fey, Jonah Hill, Jeffrey Tambor o Jason Bateman), un lujo que puede provocar un efecto contrario al deseado, siendo una lástima que algunos desaparezcan tan rápido.

La historia gira en torno a Mark (Gervais), un tipo regordete y bajito cuya vida va de mal en peor, directa al desastre.

Está a punto de perder su empleo, como guionista de hechos históricos (no hay ficción en esta realidad sin mentiras), y está enamorado de una mujer que prácticamente le desprecia (quiere casarse con alguien con quien tener hijos guapos y fuertes); como todos dicen la verdad, Mark no puede auto-engañarse, sabe lo que todos piensan sobre él y debe lidiar con ello.

Entonces, un día, necesita dinero para pagar el alquiler. Acude al banco, cuando casualmente el sistema informático no funciona y es imposible comprobar la cantidad que hay en las cuentas. La cajera, incapaz de procesar una mentira, pregunta a Mark cuánto dinero quiere…

El retrato de este mundo honesto, y cruel, es lo más inspirado de ‘Increíble, pero falso’. La sucesión de bromas en torno a la incapacidad de mentir y a la necesidad de decir las cosas que se piensan, tal cual, son muy ingeniosas.

La cita entre el pobre Mark y la imponente Anna (Jennifer Garner) es desternillante de principio a fin (la intervención del camarero es impagable), y escenas como la del anuncio de refresco o el flashback sobre el padre de Mark (protagonizado por Stephen Merchant y Shaun Williamson, amigos y colaboradores de Gervais) no pueden tener otra respuesta que carcajadas. Tampoco pierde mucho gas la película cuando el protagonista «descubre» cómo mentir, dando pie a situaciones tan hilarantes como la del sexo con una desconocida.

Un mentiroso cursi y aburrido

Siendo Mark guionista de relatos del pasado, que es como el cine en su sociedad, y estando en peligro su puesto, pronto decide tergiversar los hechos y sacarse de la manga una historia extraordinaria, que no es más que una burla descomunal de la Iglesia, con su Dios, su Biblia, sus diez mandamientos y sus chorradas en vinagre. Así, el tipo se erige en una especie de mesías, al que todos adoran y siguen.

Es la cima de las mentiras del protagonista y el final del entretenimiento. En torno a la mitad se acaba la película, se agotan las ideas, las sorpresas, y la comedia fresca y ácida va dando paso a una especie de ñoña historia amable y romántica con mensaje sobre lo que es más importante en la vida, que se extiende durante aproximadamente mil quinientos tres años.

De este modo, tenemos más o menos una media película muy entretenida y otra media muy torpe y previsible, centrada en los intentos de Mark por ser mejor persona (por alguna razón siempre se cae en lo mismo), cuando de hecho lo único que quiere es quedarse con la chica, a punto de casarse con el guapo de Brad (Rob Lowe).

Personalmente, valoro más los grandes aciertos que los grandes errores, porque los primeros son realmente difíciles de encontrar. Pensad en una comedia reciente que os haya provocado verdaderas risas. No hay muchas (aprovecho una vez más para recomendar ‘Soul Kitchen’).

Casi todas están cortadas por el mismo patrón y van a lo fácil, con gente dándose golpes, escenas escatológicas y chistes sobre películas o famosos actuales. Gervais ha intentado algo diferente y se ha quedado a medio camino, pero al menos lo ha intentado. Y estando avisados, espero que la disfrutéis más que un servidor.

Texto: JUAN LUIS CAVIARO

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