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Friedrich Hölderlin, el padre del existencialismo

Esta ausencia de eruditos es reciente porque en el pasado era común encontrarse de entre 5 a 10 personas con extrema cultura cambiando la mente de la humanidad a través de sus postulados, reflexiones, críticas y poesía. 

Dentro de este cúmulo de monstruos del pensamiento existió un escritor que suele pasar desapercibido pero que tiene una gran influencia en la filosofía contemporánea. Su nombre es Friedrich Hölderlin, el padre del existencialismo pues su obra influyó a Kierkegaard, Dilthey, Heidegger y Sartre.

Lo curioso de este autor es su evolución en el mundo de la poesía de manera paralela a su locura. Conforme se intensifica la demencia, su obra se vuelve cada vez más órfica, irracionalista y, considerada por los más destacados poetas y críticos del siglo XX, como una de las más altas cumbres de la expresión lírica de todos los tiempos.

Friedrich Hölderlin, el padre del existencialismo- La tarea que Hölderlin llevó a cabo a lo largo de toda su vida y contra toda circunstancia, incluso en sus cuarenta años finales de locura, fue la de poetizar.

A ella se entregó con entusiasmo, como si de una misión sagrada se tratara, atribuyéndose el papel de mensajero de un mundo superior. Así creyó cumplir con su destino y con los dictados de su naturaleza.

Al leer la obra de Hölderlin se encuentran temas clásicos de la poesía. Por ejemplo, el dolor existencial está marcado en exceso dentro de los versos de Pablo Neruda, quizá uno de los más grandes poetas de nuestra era.

A diferencia de él, el autor alemán reflexiona sobre la unicidad de ser; con respecto a que existencia e identidad son de algún modo lo mismo; y que el saber no se funda en la razón, sino en la creencia o el sentimiento. Así lo explicó de manera acertada el catedrático David Pujante, dejando claro que Friedrich está en la cabeza de la poesía existencial.

EL HOMBRE

«Quien honra el Bien no se causa ningún daño,
Altísimo se guarda, no es vana su existencia,
El valor conoce, el provecho de vida semejante,
En lo mejor confía, por senderos de bendición camina».

LA GLORIA

«La armonía con Dios está enlazada, acompañando
A un oído glorioso, pues asombrosa
Es la gloria de la vida, inmensa y clara,
Goce o no el hombre la fortuna

Las alegrías de esta tierra, la amistad, los bienes,
El jardín, el árbol, el viñedo, en todo veo
Del celestial resplandor la imagen,
Y es el espíritu quien a los hijos de este mundo lo regala.
Cuando con largueza la fortuna a alguien sonríe,
Cuando la fruta su jardín adorna, y cubre el oro
Su habitación y su hogar, ¿qué más puede querer
En este mundo para el deleite de su corazón?»

VISIÓN

«Imágenes que la plenitud del día a los hombres muestran,
En el verdor de la llana lejanía,
Antes de que la luz decline en el crepúsculo,
Y la tenue claridad dulcemente serene los sonidos del día.
Oscura, cerrada, parece a menudo la interioridad del mundo,
Sin esperanza, lleno de dudas el sentido de los hombres,
Mas el esplendor de la naturaleza alegra sus días
Y lejana yace la oscura pregunta de la duda».

VIDA MÁS ELEVADA

«Su vida escoge el hombre, su objetivo,
Gana libre de error sabiduría, pensamientos,
Recuerdos que perdiéronse en el mundo,
Y nada puede contrariar su valor íntimo.
El esplendor de la naturaleza embellece sus días,
Otórgale su espíritu nuevas vestiduras
En su interior, y así contempla la verdad,
Y el más alto sentido y las más singulares preguntas.
Puede así el hombre conocer entonces el sentido de la vida,
Nombrar su meta lo más alto, lo más elevado,
Saber que uno es el sentido de la humanidad y de la vida,
Considerar que el más alto sentido es la más noble vida».

HUMANIDAD MÁS ELEVADA

«Otorgado en su interior es a los hombres el sentido
Hacia lo mejor él ha de guiarlos,
Ésa es la meta, la verdadera vida.
Ante la cual más espiritualmente los años van contando».

EL SER DEL ESPÍRITU

«No se oculta a los hombres el ser del espíritu,
Y tal como la vida, la que los hombres encontraron,
Así el día de la vida, la mañana de la vida,
Como riqueza son las altas horas del espíritu.
Que así de soberbia la naturaleza se muestre
Es para que el hombre contemple semejante gozo,
Y al día, a la vida se confíe,
Anudando así su lazo con el espíritu».

EL PASEO

«Hermosos bosques que cubren la ladera,
En la verde pendiente dibujados,
Por cuyas sendas me guío,
Calmado en mi corazón
Dulcemente cada espina
Cuando más oscuro es el sentido
Del dolor del pensamiento y del Arte
Que desde tan antiguo en mí pesan.
Deliciosas imágenes del valle,
Jardines, árboles,
Estrecho puentecillo,
Arroyo que apenas puedo ver,
Qué hermoso en la despejada lejanía
Brilla el soberbio cuadro
De este paisaje que amorosamente
Visito, cuando el tiempo es benigno.
Dulcemente la divinidad nos lleva
Hacia el azul primero,
Luego con nubes dispone
La enorme y cenicienta bóveda,
Y abrasadores rayos y estruendo
De relámpagos, con embeleso de los campos,
Con belleza unida
A la fuente de la primitiva imagen».

NO TODOS LOS DÍAS

«No todos los días alcanzan la belleza
Para aquél que añora las alegrías
De los amigos que le amaron, de los hombres
Demorándose con afecto junto al adolescente».

LA PRIMAVERA

«De lejanas alturas desciende el nuevo día,
Despierta de entre las sombras la mañana,
A la humanidad sonríe, engalanada y alegre,
De gozo está la humanidad suavemente penetrada.
Nueva vida desea al porvenir abrirse,
Con flores, señal de alegres días,
Cubrir parece la tierra y el gran valle,
Alejando la primavera todo signo doloroso».

EL VERANO

«Cuando se desvanecen las flores de la primavera
Llega el verano trenzándose alrededor del año.
Y como por el valle desciende el riachuelo,
Así en derredor la magnificencia de los montes.
Que se muestren los campos en todo su esplendor,
Es como el día, cuando hacia el crepúsculo se inclina;
Como el año demorándose, así las horas del verano
Y las imágenes de la Naturaleza a menudo desvanecidas para los hombres».

EL OTOÑO

«Se pierden en la tierra las leyendas
Del espíritu que fue y retorna,
Vuelven a la humanidad y mucho aprendemos
De ese tiempo tan aprisa consumido.
Las imágenes del pasado no mueren
En la naturaleza, y al palidecer los días
En el cénit del verano, vuelve a la tierra el otoño
Y el espíritu de las lluvias renace por el cielo.
Cuánto en tan corto plazo se ha cumplido.
El labrador, unido a su arado,
Ve cómo el año hacia un final alegre inclínase,
Y bajo tales imágenes el día del hombre se consuma.
La ancha tierra de murallas de piedra guarnecida
No es esa nube que al anochecer se pierde.
Como un dorado día se muestra,
Y tal perfección no admite reproche alguno».

EL INVIERNO

«Cuando pálida nieve embellece los campos,
Y un alto resplandor la inmensa llanura ilumina,
Seduce el verano que pasó, y delicadamente
Se acerca la primavera mientras la hora declina.
Espléndida aparición, el aire es más puro,
Claro está el bosque, ningún hombre
Camina por las calles, ya tan lejanas, y el silencio
Se hace majestuoso y todo ríe.
No resplandece aún la primavera con la luz de las flores
Que tanto aman los hombres, pero estrellas
Claras hay en el cielo y bello es contemplar
El cielo tan lejano, que rara vez se turba.
Como llanuras son los ríos, las imágenes,
Aunque desvanecidas, más notable, la placidez
De la vida perdura, la grandeza de las ciudades
Con especial bondad se aprecia en la ilimitada lejanía».

SI DESDE LEJOS…

«Si desde lejos, aunque separados.
Me reconoces todavía, y el pasado,
—¡Oh tú, partícipe de mis penas!—
Significa algo hermoso para ti,
Entonces dime, ¿cómo tu amada espera?
¿En aquel jardín donde nos encontramos
Después de un tiempo terrible y oscuro?
Aquí en los ríos del mundo sagrado.
He de admitirlo, había algo hermoso
En tu mirada, cuando desde lejos
Alegre volviste tu cabeza,
Hombre siempre reservado, de sombrío
Aspecto. ¿Cómo pasaron las horas, cómo
Mi alma pudo estar serena
Ante la verdad de la separación?
¡Sí!, confieso que fui tuya.
¡Es cierto! Me traes a la memoria
Cuánto ya sé y lo escribes
En tus cartas, también
Yo recordaré el pasado.
¿Era primavera? ¿Era verano? El ruiseñor
Entonaba su dulce canto entre pájaros
De arbustos cercanos
Y con sus aromas los árboles nos envolvían».

AMISTAD

«Cuando conócense los hombres por su valor interno
Pueden con alegría llamarse amigos,
Pues la vida es algo ya tan sabido para ellos
Que sólo en el espíritu más alto encontrarla pueden.
El espíritu noble no es a la amistad ajeno,
Los hombres gustan de las armonías
Y a la confianza se sienten inclinados, viviendo para conocer.
También a la humanidad esto le fue otorgado».


Friedrich Hölderlin, el padre del existencialismo. Por Leonardo Lee.

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