-He querido venir aquí toda mi vida.
-¿Aquí a Chile?
-No, esto no es Chile. Hemos cruzado el río Biobío, estamos en Araucanía.
-Esta Araucanía, esta zona aquí, la tierra, le pertenece a Chile también pue-
-¿Dónde están los chilenos?
-Oiga, ¿usted que se cree?
La película Rey (2017), dirigida por Niles Atallah, es una acción de rescate y traducción de una historia relativamente desconocida hasta la fecha. La película problematiza la veracidad del pasado, mediante la capacidad de interpretación y reconstrucción de un relato cinematográfico, construyendo ficciones en los vacíos que la evidencia histórica no pudo completar. Con un relato biográfico histórico, recursos visuales plásticos, animación y material de archivo, el director enfrenta la falta de información e incongruencias que deja el tiempo para representar un fragmento de la vida de un personaje pasado.
Orélie Antoine de Tounens (Rodrigo Lisboa) fue un abogado de campo francés, quien hacia 1860 enfrentaba un juicio por sus intenciones de proclamar en Chile su reino de la Araucanía y la Patagonia. Su historia se despliega mediante dos líneas narrativas, cada una con un mundo visual diferente, a través de las voces de los participantes del juicio: militares chilenos, un campesino de apellido Rosales (Claudio Riveros) y el abogado francés. El pueblo mapuche, los potenciales súbditos de este nuevo reino, no cuentan con un representante que dé su versión en el juicio, pero si se muestran a lo largo del filme como una comunidad inseparable del territorio Araucano.
El juicio es presentado con una puesta en escena teatral, personajes con máscaras inexpresivas situados en un espacio físico ambiguo y vacío, mientras que los relatos de los involucrados en el juicio se muestran a partir de imágenes mas bien realistas del viaje de Orélie por la Araucanía. Sin embargo, no están exentos de seres oníricos, hombres con cabeza de caballo o creaturas hechas de elementos de la naturaleza, quienes aparecen cada cierto tiempo en el filme para anunciar a su rey. Orélie Antoine llega a este territorio buscando al mapuche Quilapán, ya que con su padre tenía un acuerdo para poder proclamar su reino. La búsqueda la hace junto a Rosales, un campesino que contrató para guiarlo y traducir del mapudungún.
Al ser una reconstrucción coral de un hecho, las acciones de traducción e interpretación adquieren relevancia. Traducir implica trasladar un concepto o significado íntegramente a códigos que el otro interlocutor pueda comprender, mientras que interpretar se refiere a atribuir un significado o una lectura a alguna cosa. Ambas acciones ocurren a niveles internos de la historia como externos, mediante la acción de crear un filme que rescate un hecho histórico, no del todo documentado ni de veracidad comprobada. Contar una historia siendo un testigo, ya sea a través del cine o de otro medio, puede ser entendido como un balance entre estas dos acciones, interpretar-traducir. En Rey las traducciones están presentes también a niveles idiomáticos y de contenido, la lengua materna del protagonista es el francés, enfrentando al español, mapudungún e idiomas-sonidos propios de la Araucanía.
Además de los aspectos narrativos, plásticamente se repite la acción de interpretación y traducción. Varias escenas fueron filmadas con celuloide que fue tratado de una manera específica para mostrar explícitamente la distorsión que produce el tiempo. El director enterró el celuloide para luego rescatarlo y exponer los daños físicos que sufrió. Se observa una evolución de recursos visuales a medida que avanza la historia, las líneas narrativas se funden en un caos de imágenes de distintas procedencias, descomposición, óxido, manchas, vacíos y colores; repitiendo ciertos momentos agregando detalles y diálogos que antes se habían omitido, frases en mapudungún reiterativas, material de archivo de lugares lejanos y películas de otro tiempo. Hace dudar al espectador de las intenciones de todos, como si se tratase de una mezcla confusa de sueños y recuerdos contaminados.
¿Cómo es que tu hablas español? Le dice Orélie a un mapuche. ¿Cómo es que tu también hablas español, no siendo de acá? Le pregunta él de vuelta. La figura de Rosales, el campesino que guía y traduce para el protagonista, es vital en el entendimiento de Orélie con el pueblo mapuche, sin embargo, al presenciar esas conversaciones da la sensación de que mucho del contenido se pierde en una traducción imperfecta, frente a lo cual el desenlace de esta historia pudo haber sido diferente. La incomodidad frente al poco entendimiento entre los interlocutores persiste a lo largo de la historia, incluso entre Rosales y Orélie, escalando al momento en que el campesino interpreta las intenciones de conquista como peligrosas y entrega al francés a las autoridades chilenas.
Tú vienes acompañado de una gran serpiente y también estas acompañado con un gran zorro culpeo ¿los ves? Continúa diciendo el hombre mapuche. No, no entiendo, responde el francés. Este mismo personaje se presenta hablando con los sonidos de las aves, mostrando una conexión diferente, y probablemente más profunda, con la naturaleza y su entorno, dándole un mayor sentido de pertenencia y familiaridad a la comunidad en relación al territorio natural que habitan. El territorio de la Araucanía tiene una gran presencia visual en el filme, en muchos momentos vemos los paisajes infinitos como protagónicos, siendo los personajes una pequeña fracción del encuadre.
A través del lenguaje las sociedades interpretamos el mundo y creamos también territorios idiomáticos más allá de los límites políticos de cada país, o reino en este caso. Usted no sabe mapungún, dice otro mapuche en una escena anterior, implicando que hay una conciencia de la importancia cultural y política que implica hablar esa lengua, más allá de la practicidad del entendimiento mutuo. ¿Cómo puede existir un reino donde el rey no conoce la lengua de sus súbditos? Conocer el idioma del otro podría hacer del proceso de conquista una negociación entre ambas partes, sin embargo, para el protagonista pareciese no ser un problema. Si un idioma puede delimitar un territorio cultural específico, el reino de Orelie no se rige por esos límites. Desde que llegó siente ese territorio como familiar y vemos como es coronado rey por los seres que lo habitan que producen sonidos nuevos a modo de otro idioma desconocido. Su reino va mas allá de esta barrera idiomática, instalándose quizás en un sueño o en una mente enferma como lo llaman en el juicio.
Su nuevo reino estará en la Araucanía y en la Patagonia, pero también en esos espacios intermedios y oníricos donde los códigos comunicacionales funcionan de maneras diferentes al mundo físico. Las muchas voces de un oráculo en forma de árbol se lo mencionan, el reino de los sueños es el reino verdadero, en una de las escenas cercanas al final de la película donde ya el juicio se desvanece y vemos a Orélie integrarse en los territorios patagones. Probablemente nunca sabremos que pasó con el y con los que lo conocieron en Chile, sentenciado al exilio de ese territorio y de la memoria, la historia de Orélie Antoine de Tounens llama a convivir con los vacíos e incertidumbres como una parte integral y válida para la reinterpretación del pasado.
Por Ana Fernández