Irene Cruz nos acoge en su universo y nos caricia con otras imágenes donde los cuerpos se entrelazan en el temblor de un adiós, o buscan un refugio que los acompañe mutuamente hacia un desenlace que parece inexcusable o, por qué no, hasta una posible solución. En este sentido la naturaleza de la que nos habla en sus fotos es afable, generosa, acogedora. Es una naturaleza que nos perdona, como una madre absolviera la culpa más nefasta de su hijo, como la mirada de alguien que se está apagando lenta pero inexorablemente y nos sonríe, porque en su esencia no perdura la ira, sino el anhelo de superación. La Tierra llora nuestras propias lágrimas pero esas gotas resbalan en la superficie cóncava de nuestra cobardía y claman que nos levantemos; que desgastemos la pereza, sucumbiendo un fácil suspiro de resignación; en búsqueda de acciones. Ya no nos vale eludir un futuro que supuestamente es de otros, los que vendrán después, porque el tiempo, cada vez más rápido, lo va acercando también a nuestra propia existencia.
ENG: The photography taken by Irene Cruz highlights the concept of the environment as a survivor against the human beings that stopped inhabiting, by using and dominating it. And yet, Nature is perceived as affable, generous and welcoming. It is a forgiving Nature, like a mother who would forgive her son the most terrible crime. It feels like the kind glance of somebody who is slowly and implacably dying away, and smiles at us because they are not overcome by wrath but they still long to improve.
In her recent work, entitled “Drowning in Blue“, Irene re ects upon the interference of plastic, so present in our daily lives. The relationship between plastic and the environment is one of strength and tyranny which suppresses, invades and crushes the love and respect we owe to our planet and which ultimately translates into loving ourselves.
