La subdecadencia no entiende la poca consistencia que tiene la palabra de la gente. Cuando hablamos de la palabra nos referimos al compromiso de hacer algo por parte de una persona.
¿Porqué en esta sociedad la palabra se ha vuelto tan débil?
¿Alguien nos lo puede explicar? ¿Por qué tenemos miedo al compromiso en cualquier ámbito? Aunque seamos seres que fluyen, seres cambiantes que aprenden cada día y que pueden cambiar el curso de su camino al igual que un río, somos lo que somos, íntegros, o deberíamos vernos así. Para eso deberíamos conocernos más, entender nuestra esencia. Cada uno entender su papel en la vida.
Podemos decir que el curso del río es el aprendizaje del camino. El mar es el final. Pero no un final indefinido porque el mar también se regenera y también tiene que aprender otra forma de vida y enfrentarse a obstáculos. Pero hablemos del curso del río.
Partes del río:
Curso alto= Nacimiento
Es la parte montañosa del río donde las pendientes son más pronunciadas. El agua circula a gran velocidad con un gran poder erosivo. El momento más energético y más puro, el de la niñez.
Curso medio = Niñez y Edad Adulta
El curso medio en el río es el recorrido por la llanura. Las aguas descienden más lentamente, arrastrando materiales erosionados. Aquí convivimos con el aprendizaje porque el río puede formar meandros adaptándose a los obstáculos. En esta parte recibe a otros ríos (afluentes). Aquí tenemos que tener cuidado de no nublar nuestra esencia con otras influencias.
Curso bajo = Vejez
El curso bajo es la parte final del río, acabando en la desembocadura. Normalmente termina en el mar sedimentando los materiales que han sido arrastrados. El agua tiene menor velocidad y su cauce es más ancho.
El río simboliza el fluir de las aguas y la fluidez de las formas, la fertilidad, la muerte, la renovación, el cambio constante. El filósofo griego Heráclito decía que «no es posible entrar dos veces en el mismo río». La corriente del río simboliza la corriente de la vida y de la muerte.
El río simboliza la existencia humana y su curso con la sucesión de los deseos, los sentimientos, las intenciones y las posibilidades de sus desviaciones. Todo se halla en un proceso eterno de nacimiento y de destrucción: “todo fluye, todo cambia”. “En este mismo río entramos y no entramos”.
El descenso de la travesía del río hacia el océano simboliza la reunión de las aguas, la indiferencia, el nirvana. Su ascenso representa el regreso a la fuente divina, al origen.
Para la subdecadencia, si alguien falta al compromiso apartadlo, no de forma indefinida, pero si demuestra estar a la altura de su palabra, si aprende, volved a tomarlo en vuestra corriente para correr en la misma dirección con más fuerza, sino lo único que hará será entorpecer el camino, debilitar la fluidez de vuestra corriente que es poderosa. Muy poderosa. Pero recordad que quien vuelve no se encontrará el mismo río; y aunque llegue a aguas estancadas, recordemos que no hay nada “estanco”. El agua estancada también cambia, más lentamente… Todo fluye y el recorrido es un aprendizaje
¿Qué quieres ser de momento, un río que fluye o agua estancada?
Volviendo a la pregunta de antes, ¿por qué hoy en día la palabra es tan débil? ¿Por qué tiene un cariz radical más que de entendimiento? Entendernos fluyendo en nuestro camino natural, ahí está la clave para fortalecer nuestra palabra.
(texto & fotografía Tony Malony) www.tonymalony.com