Son dos fotógrafos (los alemanes Anke Linz y Andreas Oettinger) pero dejan en todos sus trabajos un seudónimo común: Billy & Hells. La firma se ha convertido en garantía de éxito. Las revistas de moda se pelean por sus producciones.
El éxito no les ha llegado por acomodarse a los dictados del estilo glamouroso e híper enfocado de Mario Testino y sus incontables discípulos. Billy & Hells han elegido el riesgo: sus modelos son seres introvertidos, casi afásicos, de sexualidad contenida o inexistente. Parecen expulsados del paraíso cool de la belleza.
Linz y Oettinger se conocieron en Munich en 1986. Compartían una pasión, casi un vicio: la fascinación por las fotos de outsiders y freaks de Diane Arbus.
Decidieron consumar la conexión y trabajar en conjunto. Ahora viven en Berlín y trabajan por encargo para grandes revistas de moda. Dicen que la fotografía debe “medir el mundo”.
Dos fotógrafos trabajando juntos, ¿cómo se las arreglan?
Nunca hemos sido luchadores solitarios. Es como una producción cinematográfica: hay un director, un cámara, un productor…
Sus retratos parecen desprovistos de vida y, al mismo tiempo, llenos de una especie de pasión muda. ¿Están de acuerdo?
Es una buena interpretación. Estar sentado ante una cámara es una situación dura. Incluso en estos tiempos uno tiende a mantener las emociones en el interior y ahí estás, ante una persona con una cámara que pretende mirarte a la cara y tras la cara… La cámara es siempre un escáner, a veces un escáner de almas. Para nosotros hacer fotos es como permanecer en una línea roja y ver qué sucede. No vamos más allá, no avanzamos.
¿Cómo conectan con sus modelos?
Pacíficamete, sin órdenes, esperando…
Con esa forma de trabajo les resultará incómodo hacer producciones de fotografía de moda…
Depende. Si nos dan la libertad que exigimos, está bien.
Incluso en este tipo de trabajos sus modelos parecen tristes… ¿Lo son ustedes también y sus fotos transmiten la tristeza?
No es sólo tristeza… Quizá introspección. Siempre hay una proyección del artista en su trabajo, pero en nuestro caso no se trata de la tristeza clásica, dura, rabiosa y dolorosa. Siempre buscas y esa búsqueda se refleja en tus fotos.
¿Cómo llevan lo de verse reflejados en sus modelos? Debe ser como hacer un autorretrato tras otro.
Es extraño ver tu reflejo en el retrato de otra persona, pero si lo piensas es lo más normal del mundo. En cuanto conoces a alguien, te reflejas y proyectas hacia él y viceversa. Nadie tiene una naturaleza de una sola dirección.
Cuando la crítica habla de sus fotos las citas frecuentes son Diane Arbus, Irving Penn y Richard Avedon. ¿Están de acuerdo?
Es un honor que digan eso. Admiramos profundamente a Diane Arbus y su autenticidad. Nos encanta la fotografía clásica estadounidense. Si nos pide nombres, además de los citados: August Sander, Garry Winogrand, Robert Frank, Andy Warhol, Helmut Newton y Weegee.
¿Se han pasado ustedes al formato digital de forma definitiva?
Para nosotros no hay un enfrentamiento. Cada uno debe trabajar con lo que le apetezca. Somos felices con la fotografía digital en estos momentos y salir del cuarto oscuro estuvo bien. ¡Tuvimos diecisiste! A veces, cuando miras al monitor, añoras la magia de la oscuridad.
¿Qué les hizo elegir el revelado litográfico?
Fue pura coincidencia. Compramos en un mercadillo un lote caducado de revelador y papel y ya está. Nos encantó la sensación, el acabado: los contrastes tan acentuados, las fotos que casi parecen ilustraciones… Por José Ángel González (Para joseangelgonzalez.com)
Billy & Hells is the pseudonym for the creative duo comprised of Berlin based photographers Anke Linz and Andreas Oettinger.
The photographers met in the mid-1980s and shortly after, began collaborating creatively. Since 1995, the two have worked together under the name Billy & Hells. Their namesake expresses the same sense of edginess and mystery that their distinct images depict. Billy & Hells’ photographs exist in a world of in-betweens. Their deceptively simple, straightforward portraits convey a certain complexity. The archetypal characters depicted in their photographs—mothers, soldiers, cowboys, nurses, and teachers— possess an underlying sense of mystery, hinting at the duality of the sitter as well as the fictional world they inhabit. Although Billy & Hells’ images call upon historical and art historical references, their portraits are not burdened by the stipulations of historical recreations. Instead, seamlessly blending past and present, reality and fantasy, their photographs become a nostalgic diary, purposefully left open for interpretation. Their portraits combine elaborate, hand-painted backgrounds and draw inspiration from countless samples of fabrics, color compositions, and clothing that generate the distinct mood for each portrait.