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Una visita al supermercado con Walt Whitman y Allen Ginsberg

En uno de sus más poderosos poemas, Ginsberg mezcla la crítica al consumo con una visión whitmaniana y aérea de Estados Unidos en los años 50.

Allen Ginsberg fue uno de los poetas más polémicos de Estados Unidos en la década de los 50: su colección de poesía Howl and Other Poems (Aullido y otros poemas) causó una verdadera conmoción por las acusaciones hechas contra el autor y su editor, Lawrence Ferlinghetti, por el contenido homoerótico y la imaginería radical, cuyos críticos llevaron incluso hasta instancias penales con tal de que no circulara.

Pero otro de los poemas de ese libro era “A Supermarket in California”; una visita al supermercado local se vuelve una odisea nocturna tanto como una crítica al consumo de la sociedad estadunidense  cuando el poeta se encuentra con su venerado Walt Whitman, el autor de Hojas de hierba, de quien recientemente fueron hallados artículos sobre mejoramiento personal.

El poeta español Federico García Lorca, que también escribió en su momento un poema a Whitman, aparece también “debajo de las sandías”, y la noche termina en una evocación del río Leteo, a donde las almas acudían en su viaje al inframundo del Hades, llevadas por el barquero Caronte.

“A Supermarket in California” también puede leerse como una irónica alabanza literaria a la tradición, como Whitman hizo a su vez con Edgar Alan Poe, y asimismo como una pregunta por lo que cambió en la sociedad estadunidense desde los albores de la primera revolución industrial, en la época de Whitman, y el mundo de la posguerra.

El ilustrador Nathan Gelgud convirtió el texto en una breve historieta, un correlato mediático muy apropiado para la velocidad del texto de Ginsberg, quien también ha sido trasladado al formato cinematográfico en la película Howl (Rob Epstein y Jeffrey Friedman, 2010), estelarizada por James Franco en el papel de Allen Ginsberg.

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Un supermercado en California

Allen Ginsberg

Qué ideas tengo de ti esta noche, Walt Whitman, que camino por las callejuelas bajo los árboles con una jaqueca cohibido mirando la luna llena.

¡En mi hambrienta fatiga, y compra de imágenes, entré al supermercado frutal neón, soñando con tus enumeraciones!

¡Qué duraznos y qué penumbras! ¡Familias enteras comprando de noche! ¡Pasillos llenos de esposos! ¡Esposas en los aguacates, bebés en los jitomates! Y tú, García Lorca, ¿qué estabas haciendo bajo las sandías?

Te vi, Walt Whitman, sin niños, viejo solitario granuja, metido entre las carnes del refrigerador y echando el ojo a los chicos de abarrotes.

Te escuché haciéndoles preguntas a todos: ¿Quién mato las costillas de cerdo? ¿A cómo están los plátanos? ¿Eres tú mi Ángel?

Anduve de aquí para allá siguiéndote por los brillantes anaqueles, seguido en mi imaginación por el detective de la tienda.

Anduvimos a nuestras anchas juntos en los corredores abiertos en nuestra solitaria fantasía probando alcachofas, poseyendo cada delicia congelada, y sin pasar nunca por las cajas.

¿A dónde vas a ir, Walt Whitman? Las puertas cerrarán en una hora. ¿A dónde apunta tu barba esta noche?

(Toco tu libro y sueño con nuestra odisea de supermercado y me siento absurdo).

¿Nos iremos andando por las calles solitarias? Los árboles añaden sombra a las sombras, ninguna luz desde las casas, ambos nos sentiremos solitarios.

¿Daremos un paseo soñando con aquel Estados Unidos de amor más allá de los automóviles azules en las avenidas, hogar de nuestra silenciosa morada?

Ah, querido padre, barbagris, viejo solitario maestro del valor, ¿cómo era Estados Unidos cuando Caronte desató las amarras de su transbordador y te deslizaste entre el banco de bruma y te quedaste mirando al bote desaparecer por las aguas negras del Leteo?

por Faena Aleph.  Traducción: Javier Raya

 

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