En el mercado hay una oferta relativamente amplia de libros de psiquiatría, o salud mental. Sin embargo, la mayoría de ellos han sido escritos por profesionales en la materia y tratan el tema desde el punto de vista académico, científico y/o terapéutico. En esta literatura, lo que prima es la voz del experto y la voz institucional.
Mi libro “Un río de mil brazos” se ubica en el género de crónica y aborda el tema de la esquizofrenia desde tres puntos de vista que no están muy presentes en la oferta editorial. El primero, el testimonio directo de la persona afectada. El segundo, la percepción de la familia, que acompaña a quien padece este problema. Y el tercero, las visiones alternativas acerca de la salud mental y de la psiquiatría como ciencia.
El principal valor que tiene es el de mostrar una realidad que no figura con frecuencia en la producción editorial sobre el tema. Dicha realidad está compuesta por profesionales de la psiquiatría que implementan esquemas fijos de tratamiento, que en su gran mayoría apuntan a dos objetivos: “contener” al “enfermo mental” y ofrecer una atención exigua para que no incurra en comportamientos trasgresores. Por un sistema de salud que reduce al “enfermo mental” a su más mínima expresión. Por una serie de vacíos científicos que muchas veces son llenados por prácticas alternativas, a las que se les da poco valor, pero que finalmente tienen algún grado de eficacia. Por una incomprensión generalizada de lo que es la salud mental y sus avatares.
El libro no pretende pontificar en torno al tema, pero sí llamar la atención sobre un conjunto de prácticas que son cuestionables y que la sociedad debe conocer. En ese sentido, es también una denuncia y un llamado al respeto de los derechos humanos. Lo que sucede en las clínicas psiquiátricas y en la práctica de la psiquiatría en general, en Colombia, o al menos en Bogotá, muchas veces raya en lo criminal.
Son muchas las personas que se enfrentan a la “enfermedad mental” o tienen dentro de su familia o amigos a alguien que padece algún trastorno. En general, lo que encuentran frente a esto es una voz oficial. Esta les indica que deben abordar el problema dentro de los parámetros establecidos y sin salirse un milímetro de allí. En ese sentido, este campo opera de forma seriamente vertical y disciplinaria. Se constituye como un poder, frente al que no hay capacidad de respuesta, bien sea por la falta de conocimientos al respecto, o por los riesgos que implica la desobediencia, es decir, la posibilidad de que el “enfermo” se agrave, “se vaya” o se cronifique.
Considero que mi libro pone sobre el tapete varias de las más importantes problemáticas y contradicciones que enfrenta la conceptualización y el tratamiento de la salud mental en Colombia. También presenta, para el público en general, el debate en el que se enmarca la psiquiatría biológica hoy. Texto: Edith Sánchez

SINOPSIS
El libro “Un río de mil brazos” es una crónica en la cual aborda un tema que sigue siendo tabú: la locura. Bajo ese rótulo hay infinidad de manifestaciones. Una de las más llamativas es lo que genéricamente se conoce como “esquizofrenia”, una condición que probablemente estuvo presente en Pitágoras, Isaac Newton, Antoni Gaudí (y quién sabe cuántos más) y que hoy comparten miles de personas en el mundo.
El principal valor del libro es el de presentar el testimonio directo de una persona que ha sido rotulada con ese diagnóstico. Tal vivencia lleva a un cuestionamiento de lo que son las prácticas psiquiátricas en Colombia y de los fundamentos mismos de esa ciencia. Tales prácticas han estado marcadas por la inoperancia y la simplificación atrevida de lo que ellos llaman “enfermos mentales”. A veces también por la crueldad y el irrespeto a los derechos humanos, que en ocasiones raya en lo criminal.
El libro se adentra en el sufrimiento de quien ve la realidad de una forma singular y tormentosa. También presenta testimonios y evidencias de una verdad que la mayoría de psiquiatras no quieren reconocer: la esquizofrenia sí se cura, en la gran mayoría de los casos, y no gracias a los medicamentos. Esto se sustenta no solo en casos puntuales, sino también en un amplio número de investigaciones de largo aliento, que inexplicablemente los psiquiatras invisibilizan sistemáticamente.
Según los datos de un estudio realizado por la Universidad de La Sabana en 2014, Colombia es el cuarto país en el mundo con mayor registro de trastornos mentales. Estiman que al menos un 17% de los colombianos padecen alguno de esos males. Por su parte, el Ministerio de Salud ha señalado que al menos 4 de cada 10 personas padecen algún tipo de trastorno mental. Aldemar Parra, coordinador del grupo de Salud Mental y Consumo de Sustancias Psicoactivas de MinSalud, dijo literalmente que “Colombia es un país enfermo mentalmente”.
Aunque las cifras son ya de por sí dramáticas, también se sabe que hay un notable sub-registro. Muchas personas nunca acuden al sistema de salud para buscar tratamiento por sus afecciones mentales. En el mundo la cifra de “enfermedades mentales” también ha crecido paulatinamente en las últimas décadas. Se puede decir que el tema nos interesa a todos.
“Un río de mil brazos” quiere contribuir al debate en torno a la psiquiatrización de la sociedad y a los fundamentos de la psiquiatría biológica. El libro no pretende pontificar en torno al tema, pero sí llamar la atención sobre un conjunto de prácticas que son cuestionables y que la sociedad debe conocer.