Sin importar nuestras proclividades religiosas, hay que reconocer que algunas de las obras de arte más impresionantes del mundo se encuentran dentro de iglesias o capillas, y no hay ejemplo más claro de ello que el increíble fresco realizado por Miguel Ángel en la Capilla Sixtina en el año 1512; o quizás las muchas pinturas, altares y adornos sacros realizados por Giotto entre los siglos 13 y 14; sin hablar del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia hecho por Antoni Gaudíen Barcelona, España, y que se está construyendo desde 1882.
Podría decirse que combinar el arte con lo sagrado siempre ha sido una tradición, y en el último siglo una gran cantidad de artistas contemporáneos han hecho su propia interpretación de lo que debería ser una capilla, o del arte que debería mostrarse en las mismas. Recordemos que en la Iglesia de Notre-Dame de France en Londres se encuentra un mural hecho por Jean Cocteauen 1959, mientras que Pablo Picasso hizo dos para la Capilla del Château de Vallauris en Francia, llamados La Guerra y La Paz.
A continuación, una muestra de siete talentosos artistas que nos muestran sus propias versiones de espiritualidad a través de su trabajo.
1. Henri Matisse, La Chapelle du Rosaire de Vence (Francia, 1948-1951)
Más interesado en la espiritualidad que en la religión, Henri Matisse diseñó esta capilla llena de líneas naturales y colores vibrantes. Pidió de una amiga religiosa, quien estuvo de acuerdo con él que era mejor rezar estando rodeado de belleza. Pese a estar bastante enfermo (Matisse sufría de cáncer intestinal), trabajó 4 años en este diseño, que consideró su obra maestra.
2. James Turrell, Capilla memorial del Cementerio de Dorotheenstadt (Berlín, 2016)
El reconocido artista del neón llevó su instalación de luz a la capital alemana. Esta iluminación además estaba en consonancia con la luz natural del exterior: luces LED llenaban el espacio con tonos azules luego de la puesta del sol, y variaban a magenta en un intervalo de dos minutos. Su idea era conectar el mundo natural con el espiritual, y definitivamente lo logró con este trabajo.
3. Louise Nevelson, La Capilla del Buen Pastor (Nueva York, 1975)
Creando un espacio abstracto en donde todas las denominaciones religiosas tuvieran cabida. La escultora Louise Nevelson creó un espacio lleno de texturas que transforman la iconografía religiosa en complejidades construidas en base a madera y tonos pálidos. Así esta capilla se convierte en un espacio de contemplación que sólo se define por el espíritu de quienes lo visitan.
4. Theaster Gates, Sanctum (Bristol, 2015)
Reconstruyendo lo que era un lugar de adoración de los Caballeros Templarios, Gates creó un espacio comunitario de encuentro entre los habitantes de Bristol y coros de gospel, artistas, poetas, músicos y DJs, como una especie de santuario no religioso que sirva de plataforma para conectar el presente con el pasado.
5. Ilise Greenstein, La Capilla de las Hermanas (Nueva York, 1978)
Mientras que en la Capilla Sixtina Miguel Ángel se enfoca en la relación del hombre con Dios, Greenstein hizo lo propio con la mujer, retando el concepto clásico y contando de nuevo el mito de la creción desde su punto de vista. Aquí figuras como Juana de Arco y Frida Kahlo protagonizan las metáforas de las estaciones de la vida de una mujer en un espejo simbólico para cada mujer que la visita.
6. Mark Rothko, La Capilla de Rothko (Houston, 1964-1971)
Fundada en 1971 por los filántropos y coleccionistas de arte estadounidenses John y Dominique de Menil, es un lugar de meditación a disposición de cualquier persona, sea cual sea su fe. Un edificio austero de planta octogonal con un amplio espacio interior iluminado por luz cenital, carente de símbolos religiosos, donde los protagonistas son los catorce enormes murales pintados por Mark Rothko. Se trata de lienzos monocromáticos en colores oscuros, con unas composiciones simples que invitan a la introspección. La especial disposición del techo permite que tanto la estancia como las pinturas estén iluminadas por luz natural, que muestra todos los matices de cada pincelada. La Capilla Rothko nació con dos objetivos fundamentales. El primero es la contemplación, por lo que resulta un lugar vivo, donde se ofician ceremonias litúrgicas para todos los credos, al tiempo que se promueve el ecumenismo y la comprensión de cada fe y tradición. El segundo es la acción, enfocada hacia el apoyo a los derechos humanos. Por ello, este lugar se ha convertido en una cita ineludible para defensores de la paz, la libertad y la justicia social de todo el mundo, desde personas anónimas hasta personajes tan carismáticos como Nelson Mandela o el Dalai Lama. Y todo ello a través del arte.
7. Terence Koh, Capilla de las Abejas (Nueva York, 2016)
Inspirado por las escrituras del filósofo hindú Jiddu Krishnamurti que rezan que para que haya un cambio en la sociedad hay que comenzar con las cosas más pequeñas, el canadiense Koh creó una capilla en el tope de una montaña, pero a escala, que contenía un frágil panal lleno de abejas que demostraba la fragilidad de la la naturaleza y nuestro lugar en ella.
Por Mor.Bo
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