Tratando de revelar lo temido y lo vilipendiado, mientras teje expertamente los comentarios críticos con hilaridad, el trabajo de MacDowell es una combinación efectiva de complicidad y crítica.

Apropiadamente de acuerdo con el movimiento, las piezas de MacDowell combinan una estética pop surrealista con referencias culturales populares deliberadamente reconocibles obtenidas de películas, dibujos animados y música, entre otros, y transforma lo conocido en poderosas odas generacionales para el descontento y la ironía distópica.

Su trabajo combina el humor con la crítica y un ingenio mordaz, desenterrando las pesadillas que acechan justo debajo de la cultura de las celebridades y el culto a Disney. Su trabajo se burla sin temor de la obsequiosidad de la cultura popular y sus iconografías, al crear inversiones inesperadas y nuevas combinaciones que tiran suavemente de sus cuerdas.


La ejecución técnica de MacDowell es muy detallada y seductora, lo que contribuye al placer alucinante y al atractivo del trabajo. De acuerdo con la tendencia del género, cuanto más refinada es la ejecución, más efectiva es la irreverencia del contenido, y este es ciertamente el caso con las pinturas de MacDowell.

El trabajo es a veces controvertido e inquietante, pero parece combinar la contención y disiente con placer y fantasía. Altamente logrado en la figuración y el color, el trabajo del artista transmite efectivamente la visión de su hiperrealidad. Las pesadillas tecnicolor que ofrece MacDowell a veces están tan densamente pobladas con imágenes que se sienten sin fondo, como el equivalente contemporáneo de una pesadilla medieval de Hieronymus Bosch, y en otras ocasiones son escasas y perfectamente simples.

Cada pieza imparte la sugerencia de la narrativa, y revela una historia o idea central, aunque indirectamente, que ha motivado sus yuxtaposiciones y ganchos. Inquietante, lasciva y divertida, cada obra es acumulada en sus propias revelaciones abruptas.

ENG: Seeking to unveil the feared and the reviled, while expertly weaving critical commentary with hilarity, MacDowell’s work is an effective combination of complicity and critique. Appropriately in keeping with the movement, MacDowell’s pieces combine a pop surrealist aesthetic with deliberately recognizable popular cultural references gleaned from movies, cartoons, and music, among others, and transforms the known into powerful generational odes to discontent and dystopian irony.

His work combines humor with criticism and an acerbic wit, unearthing the nightmares that lurk just beneath the veneer of celebrity culture and the cult of Disney. His work fearlessly taunts the obsequiousness of popular culture, and its iconographies, by creating unexpected inversions and re-combinations that gently tug at its unravelling strings.

MacDowell’s technical execution is highly detailed and seductive, contributing to the hallucinatory pleasure and draw of the work. In keeping with the tendency of the genre, the more highly refined the execution, the more effective the irreverence of the content, and this certainly is the case with MacDowell’s paintings.The work is at times controversial and unsettling, but seems to combine contention and dissent with pleasure and whimsy. Highly accomplished at figuration and color, the artist’s work effectively conveys the vision of its hyperreality. The technicolor nightmares MacDowell offers up are at times so densely populated with imagery that they feel bottomless, like the contemporary equivalent of a Hieronymus Bosch Medieval nightmare, and at other times are sparse and perfectly simple.


Each piece imparts the suggestion of narrative, and reveals a story or core idea, however obliquely, that has motivated its juxtapositions and hooks. Disturbing, lascivious, and funny, each work is acuminate in its own abrupt revelations.








